lunes, 13 de octubre de 2008

La evanescencia de la Fe

¿EL RABINO QUE RECHAZA A CRISTO DA LECCIONES A LA IGLESIA DE CRISTO?



No son las finanzas internacionales y sus especuladores inmorales las noticias más graves de la hora presente. Me preocupan más los acontecimientos que llegan desde Roma. Lo espiritual tiene sobre lo económico una supremacía tan grande, que nos equivocaríamos si pusiésemos nuestra atención únicamente en los avatares del capitalismo salvaje que nos consume.


¿Cuáles son esas noticias? Benedicto XVI invitó al Gran Rabino jefe de Haifa, She’ar Yishuv Cohen a intervenir en el Sínodo que reúne en Roma a los más altos representantes de la Iglesia Católica. Cohen, que es miembro de la comisión mixta Israel-Vaticano, dirigió un discurso el segundo día del Sínodo, el 6 de octubre, al Pontífice, a cincuenta y dos cardenales y mas de doscientos obispos con amplio eco en la prensa internacional.




¿De qué habló el Gran Rabino? De algo para lo cual había sido invitado: disertar sobre la importancia de la Torá en el pueblo judío. El director de la sala de prensa del Vaticano, Federico Lombardi, afirmó que se trata de una invitación "natural y lógica", teniendo en cuenta que el Sínodo está dedicado a la Biblia, y el antiguo Testamento es la única parte de las Escrituras que comparten ambas religiones....


La Biblia católica (en la foto, la edición Sixto-Clementina)

El Gran Rabino aseguró por su parte, en una entrevista a la agencia católica norteamericana Catholic News Service, que "esta invitación lleva consigo un mensaje de amor, coexistencia y paz". Además, "veo en ello una especie de declaración por parte de la Iglesia para continuar con la política y la doctrina que establecieron los papas Juan XXIII y Juan Pablo II" con respecto al pueblo judío, ha afirmado.

Aprovechando el mensaje de “amor, coexistencia y de paz”, el Gran Rabino hizo de su invitación una caja de resonancia contra la memoria del último Papa pre-conciliar: Pío XII. Cohen manifestó públicamente su oposición a la eventual beatificación del Papa Pío XII, acusándolo de no haber alzado la voz a favor de los judíos durante el holocausto, agregando que “no olvidamos y no perdonamos”.

Todo esto huele a un incomprensible embrollo.

1) En primer lugar, todos sabemos que un Sínodo de obispos no es un encuentro académico. De acuerdo al canon 342 del Código de Derecho Canónico tiene como misión ayudar al Sumo Pontífice a realizar su tarea de gobierno en la Iglesia universal. Hemos de suponer, por tanto, que la presencia de un gran Gran Rabino en un Sínodo católico tiene un significado bastante más trascendente que el de informar acerca de las costumbres de lectura hebreas.


Por lo demás, para conocer la importancia de la Torá en el pueblo judío no es necesaria la asistencia personal de un Gran Rabino a una tan alta asamblea de la Iglesia. Desde hace más de un siglo que estudios especializados sobre el tema son conocidos, tanto del campo católico, como del hebreo.

Quizás por ello, el rabino David Rosen, Director Internacional de Asuntos Interreligiosos del Comité Judío Americano, quien conoce bien de estos asuntos, afirmó que el actual Sínodo tiene en realidad como eje reformular la posición de la Iglesia Católica respecto de cómo presentar el Antiguo Testamento a sus fieles. Si fuera así, estaríamos frente a una verdadera monstruosidad, pues un Antiguo Testamento que no sea entendido como promesa y pre-figura de Jesucristo, Dios y Redentor nuestro, no es un Antiguo Testamento cristiano.


El Tamud


2) En segundo lugar, las autoridades actuales de la Iglesia no pueden desconocer que la ortodoxia de la religión judía lee la Torá a la luz del Talmud, por los que los elementos comunes con el Antiguo Testamento del Catolicismo son formalmente irrelevantes. Por eso nuestra fe nos enseña -y nadie puede cambiarlo- que mientras los cultivadores de la Torá no vuelvan sus corazones a Jesucristo (2 Cor. 3,15), único Salvador, tales lecturas de la Torá en Roma, frente a la misma Cátedra de Pedro, constituyen de suyo -quiero ser diplomático- una afrenta a Nuestro Señor y un baldón a la identidad del catolicismo. Porque "Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por Mí" (Jn. 14,6)




3) Pero vamos más al fondo del asunto. Con honestidad debemos preguntar ¿qué lección sobre las Escrituras santas puede dar quien no cree en Cristo a la propia Iglesia de Cristo, custodia de esas Escrituras?





Dejo planteada la pregunta en toda su crudeza, pues la respuesta se encuentra en las mismas Escrituras, cuya interpretación auténtica fue entregada a la Iglesia y no a la incredulidad: en el Evangelio (Mt 8,12, 21, 33-46; Lc 2, 34; 21, 24; Jn. 8, 21-24, 33-59; 10, 24-33; 11, 48-50; 12, 37-50), en los hechos de los Apóstoles (Act. 13, 44-52), en las cartas paulinas (Rom. 2, 3, 9 y 11; Ef. 2; 1 Tes. 2, 15 y 16; Gal. 3, 26 y 4, 28) y en el Apocalipsis (2, 8-10). Los textos que cito no son exhaustivos, pero tienen la ventaja de haber sido comentados en un mismo sentido por los Santos Padres y por los Doctores de la Iglesia a través de los siglos.


Nuestro Señor se lamenta del rechazo respecto de su divina Persona, de gran parte de los jefes religiosos del pueblo judío a lo largo de la historia, con estas conmovedoras palabras: “¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos a la manera que la gallina reúne a sus pollos bajo las alas, y no quisiste! Vuestra casa quedará desierta, porque en verdad os digo que no me veréis más hasta que digáis: Bendito el que viene en nombre del Señor” (Mt. 23, 37-39)

Y el apóstol San Juan, el discípulo amado, advierte:“¿Quién es el mentiroso sino el que niega que Jesús es Cristo? Ese es el anticristo, el que niega al Padre y al Hijo. Todo el que niega al Hijo, tampoco tiene al Padre” (I San Juan 2, 22-23)

El Cardenal Walter KASPER, Presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos y miembro de numerosos dicasterios vaticanos, posa con el talmud junto al Rabino Zebulun Charlop, en marzo del 2006


4) Quien ama el don de la fe cristiana no puede estar jugando a abrazarse con todas las religiones, cual asunto de opinión subjetiva. Somos, supongo, miembros del cuerpo místico de Cristo, no discípulos de filosofías exotéricas como la de Spinoza o de Locke, los demiurgos de “todas las religiones son iguales” (aunque este último con insólitas restricciones) de la actual democracia liberal.


Sé que en la práctica la filosofía liberal, y su hijo religioso, el llamado “ecumenismo”, vienen minando el catolicismo desde los tiempos del Concilio Vaticano II. Sus frutos son claros aunque no se reconozca su paternidad.


De hecho, en el Sínodo que comentamos, después de hablar el Rabino, el relator general de la asamblea, Cardenal Marc Ouellet comenzó los trabajos destacando que a pesar de la renovación de que fue objeto la homilía en el Concilio (sic), la calidad de las homilías en las actuales misas es tan preocupante que viene provocando el abandono de fieles de la Iglesia Católica en diversas partes del mundo. Por su parte, el Cardenal Philippe Barbarin, Arzobispo de Lyón, agregó que se silencian partes importantes de las Escrituras para no entrar en conflicto con el ambiente dominante dentro de la Iglesia.

Ningún diálogo con la religión judía puede justificar que uno de sus representantes aparezca en un Sínodo de la Iglesia fundada por el mismo Cristo para darnos lecciones sobre las Escrituras. Las ansias ecumenistas posconciliares han llegado demasiado lejos, hasta la implosión de las murallas sacrosantas de nuestra Iglesia. Es nuestra luz, la luz de la fe, el "lumen fidei", que hemos de amar más que nuestro bolsillo -el Evangelio dice, más que nuestra propia vida- , lo que está siendo constantemente afectado y disminuído.

No, Sr. Rabino Cohen. Sepa usted que a pesar de haber sido invitado a un Sínodo de nuestra Iglesia, por sus más altas autoridades, hay aún católicos que le dicen de una manera clara y categórica, en el lenguaje no transaccional de la fe: No hay término medio entre confesar o no que Jesús es el Hijo de Dios, que por nuestros pecados murió en la Cruz, y ante cuyo Nombre se ha de doblar toda rodilla. “Si alguien se avergonzare de mí y de mis palabras ante esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles” (Mc. 8, 38)

Lamentamos que, en la práctica, a pesar de algunas magníficas declaraciones anti-relativistas del actual Pontificado, ya se haya olvidado a León XIII, quien en Inmortale Dei, recordaba el deber social de rendir a Dios el culto de la verdadera religión (ASS 18 (1885-2886), nº 3 y 17, pp.163-164 y 174); y a Pío XI, quien en Quas Primas proclamaba la realeza de Cristo sobre la creación, en particular sobre las sociedades humanas (AAS 17 (1925), nº 8 y 20, p.601 y 609). Digo "en la práctica", porque sin duda que la Iglesia hoy la demuelen, no sólo sus adversarios externos -que siempre los tendrá- sino primordialmente el actuar de tantos de nuestros pastores.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias por este artículo. Soy católica, y no me había dado cuenta de lo grave de que un Rabino asista en las circunstancias nombradas a un Sínodo católico. Debemos rezar mucho por la Iglesia. El diablo ha metido su cola.
Pilar

Anónimo dijo...

Es increíble todo esto. No puedo creer que la diferencia entre las apariencias y la realidad sea tan grande- Al parecer, el Papa Benedicto XVI no es el tradicionalista que lo pintan, para bien de algunos, para mal de otros. Da que pensar.
¿Nos queda solo orar como dice Pilar? Hay mucho acá de los medios de prensa.
Roberto C.