sábado, 30 de mayo de 2009

Un libro esencial para conocer el Concilio Vaticano II

DESDE LOS EEUU:
UN NUEVO ANÁLISIS CRITICO DEL CONCILIO VATICANO II
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Colección Eli, Eli, Lamma Sabacthani? se titula la obra de once tomos sobre el Concilio Vaticano II, del autor brasileño Atila Sinke Guimaraes. Este es el quinto tomo de dicha obra que ha sido publicado en los EE.UU y se titula Ecclesia (Iglesia).
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Ciertamente este es un libro muy recomendable para leer por todo católico que ama de corazón a la Iglesia y desea defender su fe como debe hacerlo todo soldado de Cristo.A continuación presentamos la Introducción de Ecclesia, en donde el autor establece los objetivos y el Índice Temático de este Volumen de su obra.


Los cuatro tomos hasta ahora publicados en inglés son: In the Murky Waters of Vatican II (En las Aguas turbias del Vaticano II, tomo I); Animus Delendi I (Deseo de Destruir I, tomo IV); Animus Delendi II (Deseo de Destruir II, tomo V) y Inveniet Fidem? (¿Encontrará Fe?, tomo VI).
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Breve presentación del libro "Ecclesia"
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¿Una Iglesia que es visible o invisible? ¿Jerárquica o comunitaria? ¿Sacra o pobre? ¿Santa o pecadora? ¿Una Reina o una sirvienta? ¿Una Iglesia de la fe o una Iglesia del amor? ¿Una Iglesia militante o una Iglesia tolerante?
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Estas siete preguntas son, a nuestro juicio, las que resumen esencialmente el dilema levantado por el Vaticano II con respecto a la enseñanza perenne del Magisterio de la Iglesia acerca de la eclesiología católica.Sería incomprensible que la presente Colección no dedicase un espacio a esta materia. Por lo tanto, a este asunto nos dedicaremos en este Volumen.
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Cada capítulo estudiará cada una de estas preguntas, presentando los matices de sus conceptos fundamentales, lo que el Vaticano II hizo en relación a cada uno de ellos, y los frutos que trajo como consecuencia.Al tratar sobre la eclesiología del Vaticano II, tenemos la intención de concluir el análisis de sus frutos en lo que se refiere al dogma católico.
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Índice temático
INTRODUCCION
CAPITULO I – ¿LA IGLESIA COMO MISTERIO O LA IGLESIA COMO SACRAMENTO?


1. El significado del Misterio en la doctrina católica.
A. El origen griego del Misterio.
B. La noción católica de Misterio.
C. El conocimiento de los Misterios.
a. Analogía entre los Misterios y el orden natural.
b. La analogía entre los Misterios y el fin último del hombre.
D. La enseñanza de los Papas sobre los Misterios.

2. La noción católica de Misterio aplicada a la Iglesia.
A. En cuanto a la esencia de la Iglesia.
B. En cuanto a la constitución de la Iglesia.
a. En relación al cuerpo de la Iglesia.
a.a. La Jerarquía y los fieles.
a.b. El Papa y la Jerarquía.
a.c. Jerarquía y Profetismo.
b. En relación al alma creada de la Iglesia.
c. En relación al alma increada de la Iglesia.
C. Conclusión sobre los Misterios en la Iglesia.

3. El concepto de Misterio del Vaticano II aplicado a la Iglesia.
A. La palabra Misterio usada en consonancia con la enseñanza de la Iglesia.
a. Relativo a los Misterios de Nuestro Señor Jesucristo.
b. Misterio relativo a la unión de Cristo con la Iglesia.
c. Relativo a los Misterios de la Iglesia.
d. Misterio relativos al culto y los sacramentos.
B. La palabra Misterio usada de manera imprecisa o engañosa.
a. El Misterio de la Iglesia.
b. El Misterio de Cristo.
c. El Misterio del hombre.
d. El Misterio de la Historia humana.
e. Otras imprecisiones o malas tendencias en relación al uso de la palabra Misterio.
C. La palabra Misterio usada en sentido opuesto a la doctrina católica.
D. El concepto de la Iglesia como sacramento de unidad.
a. Noción de Iglesia ad extra.
a.a. La Iglesia como sinónimo de la Iglesia católica.
a.b. La Iglesia como sinónimo de la “Iglesia de Cristo.”
a.c. La Iglesia como sinónimo de la “Iglesia de Dios.”
a.d. La Iglesia como sinónimo de “Pueblo mesiánico.”
b. Noción de Iglesia ad intra.
c. Noción de Unidad.
d. Noción de Sacramento.
e. La Iglesia como Sacramento de Unidad.
f. La Iglesia como Sacramento de salvación universal.
E. Conclusión sobre cómo el Vaticano II considera los Misterios.

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CAPITULO II – LA IGLESIA COMO PUEBLO DE DIOS
1. La Sacramentalidad y el Pueblo de Dios.
2. El Pueblo de Dios desde una perspectiva histórico-doctrinaria.
3. El Pueblo de Dios y el poder para gobernar.
A. La Sacramentalidad y la constitución Jerárquico-monárquica en la Iglesia.
B. El Pueblo de Dios y la constitución jerárquico-monárquica en la Iglesia.
a. Adaptación a las falsas religiones y al mundo moderno.
b. El fundamento igualitario en la noción de Pueblo de Dios.
c. Oposición a la Iglesia jerárquica.
d. Confirmaciones oficiales.
4. El Pueblo de Dios y el poder para enseñar.
5. El Pueblo de Dios y el poder para santificar.
6. El Pueblo de Dios, las falsas religiones, la humanidad y la liberación.

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CAPITULO III – LA IGLESIA POBRE Y LA IGLESIA DE LOS POBRES
1. La Iglesia de los Pobres y la desacralización de la Iglesia Católica.
2. La Iglesia de los Pobres y los bienes materiales de la Iglesia Católica.
3. La pobreza, el ideal supremo.
4. La Iglesia de los Pobres.
5. La “teología de la liberación” y la posición oficial de la Santa Sede.
A. Los límites del concepto de “teología de la liberación.”
B. Medidas recomendadas por la Iglesia de los pobres para promover la ‘liberación.’
6. El ideal de pobreza esparcido en la Iglesia conciliar.

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CAPITULO IV – LA IGLESIA PECADORA
1. Distintas formas en que la Iglesia es acusada de pecadora.
A. Atribuciones generales de los pecados de la Iglesia.
B. El ‘pecado’ del poder.
C. El ‘pecado’ de distinguir entre el bien y el mal.
D. El ‘pecado’ de una enseñanza moral inmutable.
E. El ‘pecado’ de dividir a los cristianos.
F. El ‘pecado’ en relación a los males sociales.
2. Ecclesia semper reformanda
A. Una reforma más radical que la de Lutero.
B. El concepto de continua reforma.
C. La reforma continua causada por la unión con el mundo y el ecumenismo.
D. Una consecuencia: La contestación en la Iglesia.
3. La Iglesia peregrina.
A. La Iglesia peregrina en relación al futuro.
B. La Iglesia peregrina y escatología.
C. La Iglesia peregrina, el Espíritu y kenosis.

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CAPITULO V – LA IGLESIA SIRVIENTE
1. Concepto de la Iglesia sirviente.
2. La Iglesia sirviente es una sierva del mundo.
3. La Iglesia es una sierva en relación con la unidad ecuménica.
4. El servicio utilizado para subvertir la estructura jerárquica-monárquica de la Iglesia
5. La Iglesia sirvienta, kenosis y auto-demolición.

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CAPITULO VI – LA IGLESIA DEL AMOR
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CAPITULO VII – LA IGLESIA DE LA TOLERANCIA
1. El carácter militante de la Iglesia según los santos, doctores y Papas.
2. La oposición progresista al carácter militante de la Iglesia.
3. Ataques contra las principales consecuencias de la militancia católicas.
A. La Guerra Santa.
B. La Inquisición.
4. Elementos que caracterizan a la Iglesia tolerante
5. La tolerancia en la enseñanza teológica.
6. Tolerancia y libertad religiosa.
7. La Iglesia tolerante y el nuevo concepto del trabajo misionero.
8. La Iglesia tolerante exige la renuncia de la Iglesia militante.

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CONCLUSION
BIBLIOGRAFIA
INDICE DE MATERIAS
INDICE DE PALABRAS


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LA APOSTASÍA DEL MUNDO DE HOY (IV)

En el mundo, aún después de la Redención,
se entremezcla lo malo con lo bueno, pero con inclinación al mal
(P. Julio Meinvielle)
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El Pelagianismo moderno
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Este punto es sumamente importante, ya que hoy es olvidado, si no negado implícitamente, por los teólogos más escuchados de la hora actual. Cuando hablamos del “mundo”, así a secas, hablamos cosmos encierra al hombre como a su ser más noble, a cuyo servicio se ordenan los otros seres inferiores. El mundo es bueno o malo si el hombre es bueno o malo. Ahora bien, por lo que tiene de sí, el hombre, aún después de la redención de Cristo, aún provisto de los medios de santificación y de gracia que el Espíritu Santo le proporciona, conserva como pena un desorden que le inclina al mal.
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Es el desorden de “la carne”, en cada hombre individual; es el desorden “del mundo” en las colectividades humanas, desorden uno y otro que son agudizados por la presencia e instigación del diablo, que tiene poder de dañar a aquellos que se ponen a su alcance. Por esto, San Pedro exhorta a los primeros cristianos que se encontraban con todos los recursos de la gracia y con el fervor del primer tiempo: “Estad alertas y velad, que vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda rondando y busca a quien devorar”.
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Este desorden de “la carne”, que afecta también al “mundo”, es consecuencia del pecado original de nuestros primeros padres. Este pecado nos transmite una naturaleza humana “privada del don de la justicia original y del don de la integridad”.
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La justicia original ponía orden en el hombre con respecto a Dios. El hombre era entonces un ser en armonía. En armonía con respecto a Dios, su Creador; en armonía consigo mismo, pues las fuerzas interiores que le mueven a buscar el bien sensible se sujetaban a las fuerzas superiores de la razón, que le mueven a buscar el bien racional, o sea lo bueno. El hombre viene hoy a este mundo con una naturaleza enferma. Una naturaleza enferma, que si no está totalmente corrompida, ya que puede hacer muchas obras particulares buenas, está “debilitada”, “mal inclinada”, “más inclinada al mal que al bien”. Por ello, el mundo, compuesto de hombres es más
bien malo que bueno.
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Pelagio, un monje hereje del siglo V, negaba precisamente que el hombre viniera a este mundo afectado por el pecado original y con inclinación al mal. El hombre, decía, viene bueno a este mundo, con su libre albedrío o libertad, por la cual puede hacer el bien o hacer el mal. “La libertad de albedrío, decían los pelagianos, por la cual el hombre se emancipa de Dios, consiste en la posibilidad de admitir el pecado o de abstenerse del pecado”. “El hombre fue hecho animal racional, capaz de la virtud y del vicio, de donde podía, por la posibilidad que le fue concedida, o bien guardar los mandamientos de Dios o transgredirlos, y así tenía voluntad libre de querer una u otra también y sobre todo del hombre, porque el cosa en lo cual consiste el pecado o la justicia”. “La libertad de arbitrio es entonces la posibilidad de hacer o de rechazar el pecado, que tiene cada uno en su poder para seguir lo áspero y duro de las virtudes o lo cenagoso de los placeres”.
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Los hombres, en consecuencia, están igualmente inclinados al bien o al mal, porque de sí mismos y sin ayuda de Dios, pueden hacer el bien o el mal. Contra Pelagio y los pelagianos se levantó como un gigante San Agustín, sosteniendo que el hombre viene a este mundo en estado de caída por efecto de la culpa original, y que no puede por consiguiente conocer todas las verdades del orden natural, al menos el común de los hombres, con facilidad, con certeza y sin errores; y, que no puede cumplir todos y los más difíciles preceptos de la ley natural.
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De aquí que el hombre tenga necesidad de una gracia externa para conocer fácilmente, con certeza y sin errores la verdad de la existencia de Dios y de la inmortalidad del alma, y de una gracia interna para practicar y cumplir en su totalidad la ley moral, y aún algunos de los más difíciles de sus preceptos. La imposibilidad se hace sobre todo sentir, en este segundo aspecto del orden práctico, por cuanto es la voluntad la facultad más directa y profundamente viciada.
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Sabido es que Sto. Tomás llama “heridas de la naturaleza” al estado en que el hombre ha quedado, a consecuencia del pecado original. Al perderse aquella armonía que la justicia original establecía entre la razón humana y Dios, y entre las fuerzas inferiores de la sensibilidad y la misma razón humana, el hombre quedó afectado de cuatro heridas, la una en la prudencia y es la ignorancia, otra en la voluntad y es la malicia, una tercera en el apetito irascible y es la debilidad, y la última que afecta al concupiscible y, es la concupiscencia o el amor desordenado al placer.
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Así herido, el hombre no puede cumplir el bien moral. Puede hacer ciertos bienes particulares “como edificar casas, plantar viñas, y otras semejanzas”; “amar a la esposa, a los hijos, a los hermanos, a los parientes, a los amigos”; “obsequiar a los padres, ayudar al necesitado, no oprimir a los vecinos, no robar lo ajeno”; “hacer aquellas cosas que hacen honesta la vida mortal”; “que se refieren a la equidad de la sociedad humana”, pero no puede guardar toda la ley moral, “así como un enfermo enseña Santo Tomás, puede por sí mismo efectuar algún movimiento, pero no puede moverse perfectamente con movimiento de hombre sano si no es sanado con la medicina”.
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Los teólogos hacen la demostración teológica de estas enseñanzas, comentando lo de San Pablo a los Romanos, Cap. I a VII, en que el Apóstol recrimina a los paganos y a los judíos por los crímenes abominables que cometían, y que demuestra la debilidad en que viene al mundo toda la generación pecadora de Adán, y que sólo tiene remedio con la gracia de Jesucristo. Remedio, si se aplica eficazmente esta gracia, lo cual no se verifica en el común de los cristianos, que viven una vida tibia, llena de caídas y flaquezas, pero que muestra su poder de curación en los santos heroicos, de los que la Iglesia puede exhibir en todo lugar y época ejemplos extraordinarios.
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La razón intrínseca de esta imposibilidad de observar la totalidad de la ley natural la ubican los teólogos en el hecho de que para observarla debía el hombre afirmarse en el fin de la ley, que es el amor de Dios sobre todas las cosas. Pero amar a Dios, a quien no vemos, nos resulta prácticamente imposible, sobre todo amarlo en tal forma efectiva que podamos resistir las tentaciones que nos asedian con fuerza, tentaciones de movimientos de placer, de amor del éxito mundano y de todos los otros atractivos de la vida, cuya renuncia sólo puede hacerse precisamente si tenemos un fuerte amor de Dios.
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El hombre tiene una voluntad enferma, inestable, ciega por los atractivos de la concupiscencia, más ávido de gloria que de virtud, de suerte que es prácticamente imposible que no incurra en claudicaciones. La experiencia propia y la historia de todos los pueblos lo confirma abundantemente. La herejía pelagiana hoy ha entrado de modo inconsciente en el cristiano moderno. No se tiene idea del estado enfermo y caído en que viene el hombre a este mundo.
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De allí que la exaltación de la persona humana y del Humanismo estén en boca de las gentes. Como si el hombre, por sus propias fuerzas pudiera cumplir la ley moral. Como si no estuviera profundamente debilitado. Y como si no lo estuviera mucho más, a consecuencia del naturalismo, que ha penetrado en la sociedad, destruyendo la concepción cristiana sobre la necesidad de la ayuda sobrenatural para la rehabilitación del orden humano, aún en el aspecto puramente natural.

jueves, 28 de mayo de 2009

LA APOSTASÍA DEL MUNDO DE HOY (III)

El mundo inficionado por el pecado es redimido por Cristo
(P. Julio Meinvielle)
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Sabido es que al desorden con que el hombre perturbó el orden creacional, Dios respondió con el nuevo orden creacional. Y este orden gira en torno de Jesucristo y de la Iglesia. En torno al Cuerpo Místico, del cual Cristo es cabeza. “Y así Dios amó al mundo hasta entregarle su unigénito Hijo, para que todo el que crea en Él no perezca sino que tenga la vida eterna”. Pero sería un error imaginar que, con la redención operada por Cristo, el mundo inficionado por la culpa se hubiera convertido en sano y bueno. Error semejante el del que creyera que porque el hombre perturbó con su culpa al mundo, ya éste hubiera perdido la bondad originaria.
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Con la redención de Cristo se le ofrece al hombre, a cada hombre particular, una posibilidad concreta de salvación, y al mundo en su totalidad se le ofrece presente y actuante, un Sacramento universal de salud, el Misterio de la Iglesia. De modo que ahora, después que Cristo ha redimido al hombre, o al mundo que contiene en su ámbito al hombre como su mejor realidad, el mundo, además de la bondad de la creación, y de la maldad del pecado, tiene también en su seno la nueva bondad de la verdad y de la gracia de Cristo.
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Pero el hombre, aunque bueno por la creación, después del pecado había quedado de tal suerte pervertido en su comportamiento, que ya no podía cumplir todo el orden del bien, aún del bien propiamente humano, sin la verdad y la gracia de Jesucristo. Y aún hecho cristiano por el bautismo, o sea, recreado por la redención de Cristo, queda inclinado al pecado por el “fomes” del pecado, es decir, por la resistencia del concupiscible y del irascible a sujetarse a la razón. El hombre, aún el cristiano que frecuenta los medios de santificación que nos dejó Cristo en la Iglesia, tiene dentro de sí el desorden de la concupiscencia que lo arrastra al pecado.
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Con esto queremos significar que el mundo, aún después de la redención de Cristo y aún cuando use los medios de santificación dejados a la Iglesia, conserva la inclinación al pecado que le coloca en situación ambigua. Esta ambigüedad del hombre y por ende del mundo, aún en régimen cristiano, ha de afectar a las instituciones básicas de la civilización humana. Y, en efecto, el matrimonio, en su doble, relación esposo-esposa, padres-hijos, el trabajo, la propiedad, la economía, la cultura, el poder político, aún cuando hayan sido sanados y elevados por la gracia de Cristo, conservan un factor de perturbación que los coloca en situación ambigua, de suerte que, en definitiva, pueden ser buenos o malos.
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De aquí que en la Escritura, primeramente, el mundo nos es presentado como ambiguo, es decir, con capacidad para ser bueno o malo, según use o deje de usar esta redención. En la Carta a los Hebreos leemos: “Por lo cual, entrando en este mundo, dice: “No quisiste sacrificios ni oblaciones, pero me has preparado un cuerpo”. Y San Juan escribe: “Él es la propiciación por nuestros pecados. Y no sólo por los nuestros, sino por los de todo el mundo”. Y los samaritanos decían a la mujer que les anunciaba al Mesías: “Ya no creemos por tu palabra, pues nosotros mismos hemos oído y conocido que éste es verdaderamente el Salvador del Mundo”. Y Marta confesó a Cristo: “Sí Señor, yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios que ha venido a este mundo”. Y Cristo decía: “Mientras estoy en el mundo, soy luz del mundo”.
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Y el Evangelio de San Juan trae el gran texto que dice: “Porque tanto amó Dios al mundo, que le dio su unigénito Hijo para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga la vida eterna; pues Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para que juzgue al mundo, sino para que el mundo sea salvo por Él”.
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Pero el mundo, aún después de la venida de Cristo, puede ser bueno si acepta el mensaje que éste ha traído, y puede ser malo si lo rechaza. “El que cree no es juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no creyó en el nombre del unigénito Hijo de Dios. Y el juicio consiste en que vino la luz del mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas”.
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Porque el mundo, aún después de la redención de Cristo, es un lugar arrastrado por la escatología donde se mezclan los malos y los buenos. Cristo mismo nos lo explica, en la parábola de la cizaña, diciendo: “El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre, el campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del reino; la cizaña son los hijos del maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la siega es la consumación del mundo; los segadores son los ángeles; a la manera, pues, que se recoge la cizaña y se quema en el fuego, así será en la consumación del mundo”.
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Cristo en la oración de la última cena ruega por sus discípulos, para que Dios no los saque del mundo, sino que los guarde del mal que hay en el mundo. Dice así: “Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que tú me diste, porque son tuyos... Yo ya no estoy en el mundo...
Yo les he dado tu palabra, y el mundo los aborreció, porque no eran del mundo, como yo no soy del mundo. No pido que los tomes del mundo, sino que los guardes del mal... Como tú me enviaste al mundo, así yo los envié, a ellos al mundo”
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Este mundo, con todos los valores que contiene, valores de naturaleza y culturales, aún después de la redención tiene para el cristiano una significación ambigua, de suerte que ha de ser apetecido y buscado en la medida en que nos sirva para la vida eterna. De aquí que Cristo puede decir: “¿Y qué aprovecha al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma?”, y también: “Buscad primero el Reino de Dios y su justicia y lo demás se os dará por añadidura”. Y las cosas de este mundo, incluso los mismos ministros, de la Iglesia, “ya el mundo, ya la vida, ya la muerte; ya lo presente, ya lo venidero, todo es vuestro; y vosotros de Cristo, y Cristo de Dios”.

viernes, 22 de mayo de 2009

LA APOSTASÍA DEL MUNDO DE HOY (II)

El Mundo ha sido perturbado por el pecado del hombre
(P. Julio Meinvielle)
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Pero en ese Mundo, que salió bueno de las manos de Dios, el hombre con su pecado introdujo el desorden y con el desorden la muerte. El Génesis cuenta el pecado de Adán. Este, con su culpa, perdió para sí y para su descendencia la justicia original, que le ordenaba con respecto a Dios y que ponía orden en las diversas partes del alma. Al perder el hombre su ordenamiento con respecto a Dios, perdió también el ordenamiento interno del propio ser, por el que las fuerzas inferiores del alma se sujetaban a las superiores. Este desorden en el alma introdujo el desorden en el cuerpo.
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“Dios hizo al hombre recto” y “esta rectitud consistía en que la razón obedecía a Dios, y las fuerzas inferiores a la razón, y el cuerpo al alma. Porque la primera sujeción era causa de la segunda y de la tercera: porque todo el tiempo que la razón permanecía sujeta a Dios, las cosas inferiores se le sujetaban”. Pero también la naturaleza se rebeló contra el hombre y se le convirtió en enemiga. “La desobediencia con respecto al hombre de aquellos que debían estar sujetos siguió en pena del hombre que desobedeció a Dios”.
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Y el hombre se avergonzó de la propia desnudez, porque “sintió el movimiento de la desobediencia de la carne como pena correspondiente a su desobediencia a Dios...”. “Entonces, pues, la carne comenzó a desear contra el espíritu, y con esta batalla y lucha nacimos, trayendo nosotros el origen de la muerte...”. La mujer sintió los trabajos y el dolor su condición de mujer: “Multiplicaré los trabajos de tus preñeces. Parirás con dolor los hijos, y buscarás con ardor tu marido, que te dominará”. Al hombre se le hizo difícil el trabajo y duro el sostenimiento de la vida. “Por ti será maldita la tierra; con trabajo comerás de ella todo el tiempo de tu vida; y te daré espinas y abrojos, y comerás las hierbas del campo. Con el sudor de tu frente comerás pan. Hasta que vuelvas a la tierra”.
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Se alteraron las relaciones de amor entre hombre y mujer y se introdujeron poligamia y otros desórdenes sexuales. Entraron el odio el crimen en los hombres , y con ello, las guerras de razas, clases, de pueblos. Apuntó ya en la aurora de la humanidad una civilización materialista y tecnocrática. Tubalcaín, descendiente de Caín, fue forjador de instrumentos cortantes de bronce y de hierro. Las lenguas se confundieron. La humanidad se corrompió a tal punto que Dios resolvió exterminarla. “No permanecerá, dijo Dios, por siempre mi espíritu en el hombre, porque no es más que carne”
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Al desordenarse el hombre en la relación con Dios, o sea, en lo más alto de su espíritu, se desordenó en las demás partes de su alma, se desordenó con las cosas exteriores y con sus semejantes, y así, toda la vida humana, en las relaciones sexuales, en la economía, en la cultura, en la política, quedó profundamente trastornada. De aquí lo peligroso de ciencias modernas como la psicología y la sociología, si se las quiere tomar —y esta pretensión no falta— como ciencias ordenadoras y remodeladoras del hombre.
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Como estas ciencias tienen como objeto específico decirnos cómo se desarrollan en concreto, y para el término común, los comportamientos psicológicos y sociológicos, y cómo éstos, funcionando bajo la presión del desorden original, se desenvuelven en contra de las leyes morales, resulta entonces que en nombre de la ciencia se incita al hombre actual al desorden y a la ruina.
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El diablo tomó posesión del mundo. Porque es Príncipe de este mundo. Y es “Príncipe de este Mundo” no porque le corresponda por dominio adquirido por derecho, sino porque lo ha usurpado, en cuanto los hombres mundanos, despreciando al Señor, se han sujetado al diablo.El diablo es llamado también dios de este siglo porque le sirven los que viven mundanamente, aquellos cuyo dios es el vientre, del modo como el apóstol dice a los Fil. 3, 19.
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Aunque no todos los pecados de los hombres proceden directamente de la instigación del diablo, ya que muchos se producen por el mal uso del libre albedrío y por la corrupción de la carne, sin que en ello intervenga el diablo: sin embargo, indirectamente el diablo es causa de todos nuestros pecados, porque él instigó al primer hombre a pecar, y de este pecado se ha seguido en todo el género humano cierta inclinación a todos los pecados.
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Este mundo perturbado por el pecado y colocado bajo el poder del demonio nos es presentado en el Nuevo Testamento como malo y, en consecuencia, como que debe ser evitado por el hombre. “No améis al mundo ni a lo que hay en el mundo. Si alguno ama al mundo, no está en él la caridad del Padre”. “Adúlteros, ¿no sabéis que la amistad del mundo es enemiga de Dios? Quien pretende ser amigo del mundo, se hace enemigo de Dios” dice con fuerza el Apóstol Santiago.
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Y conocidas las palabras del Apóstol San Juan: “Porque todo lo que hay en el mundo, concupiscencia de la carne, concupiscencia de los ojos y orgullo de la vida, no viene del Padre, sino que procede del mundo”. Y el mismo Apóstol opone fuertemente al cristiano y el mundo: “Sabemos que somos de Dios, mientras que el mundo todo está bajo el maligno”. Ya el mismo
Cristo había empleado un lenguaje de franco distanciamiento frente al mundo. “El mundo no puede aborreceros a vosotros, dice pero a mí me aborrece, porque doy testimonio contra él de que sus obras son malas”.
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Y vuelve el Señor, en su famoso discurso de la última cena a denunciar el odio del mundo contra El y los suyos: “Si el mundo os aborrece, dice60, sabed que me aborreció a mí primero que a vosotros. Si fueseis del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, sino que yo os escogí del mundo, por esto el mundo os aborrece. El mundo se halla bajo las potencias del mal y bajo el diablo, príncipe de este mundo, y contra ellos es necesario combatir: “Vestíos de toda la armadura de Dios, dice el Apóstol, para que podáis resistir
a las insidias del diablo, que no es nuestra lucha contra la sangre y, la carne, sino contra los principados, contra las potestades, contra los dominadores de este mundo tenebroso, contra los espíritus malos de los aires”.

jueves, 21 de mayo de 2009

LA APOSTASÍA DEL MUNDO DE HOY (I)

EL MUNDO, EN SUS MÚLTIPLES SIGNIFICADOS,
FRENTE A LA IGLESIA
(P. Julio Meinvielle, "La Iglesia y el Mundo Moderno", Ediciones Theoria, Buenos Aires, versión digital 2008)
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Hemos puntualizado la significación de la Iglesia para el Hombre. Ella es el Misterio que realiza en nosotros los designios más insondables de Dios. Hemos visto también cómo en la Iglesia, aunque todos sus miembros están llamados a una igualdad esencial, que consiste en la santidad, existe por divina disposición una jerarquía de clérigos y de laicos. Los clérigos tienen como misión particular las cosas que se refieren a la Iglesia misma, las cuales todas giran alrededor del Culto. Los laicos tienen como misión especial su santificación en el Mundo. Corresponde ahora que configuremos el significado del Mundo en su relación con la Iglesia.
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El Mundo de la Creación
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Dios ha creado el Mundo y lo ha creado bueno. El Génesis nos cuenta, en una narración llena de frescura, cómo Dios creó la luz, el firmamento, los mares, las plantas, los astros del cielo, los animales, y, al término de cada efecto creador, halló que lo que había hecho era bueno. Creó luego al hombre, a imagen suya, y lo creó macho y hembra. Y les dijo: “Procread y multiplicaos y henchid la tierra; sometedla y dominad sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre los ganados y sobre cuanto vive y se mueve sobre la tierra”. Dijo también Dios: “Ahí os doy cuantas hierbas dan semilla sobre la haz de la tierra toda, y cuantos árboles producen fruto de simiente, para que todos os sirvan de alimento”.
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Y aquí el Génesis comenta: “Y vio ser muy bueno cuanto había hecho”. Si la creación del mundo de las cosas y animales resultó “buena”, la creación del mundo del hombre resultó “muy buena”. Y en este mundo del hombre hemos de incluir con el hombre mismo y con todo lo que a él se refiere, su diferencia de sexos la fecundidad procreativa, y su dominio sobre toda la creación inferior, y la capacidad de alimentación de la tierra y finalmente, las relaciones mismas de los hombres.
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De aquí se desprende que todos los valores creacionales, salidos de la mano de Dios, han de estimarse buenos. El Cosmos, con todos los seres que contiene, y sobre todo el hombre, y la institución matrimonial y familiar vinculada con la multiplicación humana de los hombres; el trabajo su poder creador transformativo de la naturaleza; la economía, que es el saber en el uso de las cosas para satisfacer las necesidades humanas; y aún la política, que es la ciencia del ordenamiento y dominio de los hombres, todo es bueno y muy bueno.
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Alguien podría pensar que en el estado de inocencia en que originariamente Dios creó al hombre, no habría de haber dominio político de unos sobre otros. No piensa así Santo Tomás. Rechaza sí que pudiera haber dominio como el que existe entre el amo y el esclavo, dominio de servidumbre. Porque en ésta, el señor domina al siervo y lo utiliza en provecho propio. Y es claro que a nadie le gusta verse despojado del fruto de su trabajo en provecho del otro. Sólo un castigo, que no tenía razón de ser en el estado inocencia, podría justificar la introducción de esta institución. Pero el dominio político propiamente dicho, es el que ejerce sobre el dirigido en bien del dirigido mismo, y éste cabe en el estado de inocencia, ya que la vida social y la política forman parte del hombre como una de sus principales y nobles dimensiones.
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Es importante destacar este carácter de bondad, que tiene, en su razón originaria, el mundo de la creación. Porque él ha de perseverar, no obstante las perturbaciones que se han de producir con la introducción del pecado. Ello justifica que en la Escritura el Mundo pueda y deba entenderse como una realidad buena. “Todo ha sido hecho por Él y sin Él nada se ha hecho" (Jn., 1, 3). “El Mundo ha sido hecho por Él”, dice San Juan (1, 10). “Todo lo que Dios ha creado es bueno, y ningún alimento se ha de proscribir, si se toma en acción de gracias”, dice el Apóstol (I Tim., 4, 4). Todo el Universo material y visible, todo nuestro universo humano y moral, el cosmos y el hombre, la cultura y la historia, con sus relaciones mutuas, todo es fundamentalmente bueno, porque viene de Dios.
(Capítulo III, Edición digital dirigida por R. P. Dr. Arturo A. Ruiz Freites IVE
Digitalización y Corrección del texto por religiosos y religiosas del Instituto del Verbo Encarnado (IVE) y de las Servidoras del Señor y la Virgen de Matará (SSVM). Segni (RM))

sábado, 16 de mayo de 2009

El retroceso del aborto en EEUU

MAYORÍA EN EEUU RECHAZA EL CRIMEN DEL ABORTO
AGENCIAS NUEVA YORK (ABC, 16 de mayo)
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Por primera vez en 15 años, los contrarios al aborto son mayoría en Estados Unidos, según indica una encuesta de la organización Gallup, que revela que el 51 por ciento de los estadounidenses se declara contrario al aborto o "pro-vida", y el 42 por ciento está a favor de éste o "pro-elección".
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Este estudio, que se llevó a cabo entre los días 7 y 10 de mayo y que forma parte de la encuesta anual de Gallup sobre valores y creencias, contrasta significativamente con el del año pasado, en el que el 50 por ciento se declaró "pro-elección" y el 44 por ciento "pro-vida".
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El asunto de la legalidad del aborto divide la opinión de los estadounidenses, ya que el 23 por ciento se declara en contra bajo cualquier circunstancia y el 22 por ciento está a favor de que lo sea en cualquier caso. "Esto contrasta con los últimos cuatro años, cuando Gallup encontró una fuerte inclinación en las actitudes públicas a favor del aborto ilimitado", detalló hoy la organización en su página web.
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La mayoría de los encuestados prefiere que el aborto sea legal tan solo en determinadas circunstancias, mostrándose a favor de esta fórmula el 53 por ciento. El estudio revela que "los republicanos se están moviendo hacia la derecha", ya que los seguidores del Partido Republicano que se declaran "pro-vida" han aumentado el 10 por ciento respecto del año pasado, del 60 al 70 por ciento, mientras que en el lado demócrata no se ha percibido apenas variación.
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Gallup afirma que la aceptación del presidente de EEUU, Barack Obama, a recibir un cargo honorífico por la universidad católica romana de Notre Dame puede haber influido en el resultado de esta encuesta, ya que "la invitación ha sido muy criticada por los católicos conservadores y la jerarquía eclesiástica".
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Los resultados encontrados por Gallup reiteran lo ya encontrado en otras encuestas como la del Centro de Investigación Pew, que reveló el pasado 30 de abril que el porcentaje de aquellos a favor del aborto en cualquier circunstancia había disminuido del 54 al 46 por ciento.

viernes, 15 de mayo de 2009

Más sobre el Aborto en España

CARTA BLANCA AL ABORTO "LIBRE"
(Fuente: Editorial del ABC de Madrid, 15 de mayo)
El anteproyecto de ley presentado ayer por el Gobierno -cuatro días después de anunciar la comercialización general de la píldora del «día después»- instaura el aborto libre e impune en la práctica desde el momento en que queda protegido por una despenalización casi absoluta. La implantación de plazos para diversos supuestos carece de relevancia, porque su infracción no conllevará una sanción disuasoria y siempre encontrará excusas en situaciones de emergencia o similares, como las que han llevado a la ley actual a ser burlada sistemáticamente.
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Gracias a estas artimañas, el Gobierno se atreve a presentar el anteproyecto como un instrumento que da seguridad jurídica a las mujeres y, sobre todo, a los médicos que practiquen abortos en centros que hoy estarán de enhorabuena ante las expectativas de negocio que se les avecina. Evidentemente, ganarán en seguridad jurídica porque no habrá límites exigibles al aborto.
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Pocas veces el lenguaje jurídico había sido sometido a tanta perversión, pero es la condición para manipular los valores y derechos fundamentales que son agredidos con esta extensión generalizada del aborto. A la impunidad se le llama ahora seguridad jurídica, y a la decisión de eliminar una vida humana, derecho de la mujer.
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Con más de cien mil abortos al año, la preocupación de un gobierno responsable -y de una sociedad industrial y desarrollada, con un sistema educativo y sanitario del primer mundo- debía ser cómo reducir ese número, no cómo evitar problemas a quienes infringen la ley. Por si fuera poco, el Gobierno no ha dudado en golpear de nuevo la relación familiar. No sólo las menores pueden consumir libremente un tratamiento hormonal, la píldora del día después, de efectos anticonceptivos o abortivos según el caso, sino también abortar al margen de sus padres, a partir de los 16 años.
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Es difícil saber lo que pretende el PSOE, pero su obsesión por quebrar los vínculos familiares en estas situaciones es una gravísima irresponsabilidad.Queda por delante un proceso complicado de debate técnico y constitucional. Deberán informar el anteproyecto el Consejo de Estado y el del Poder Judicial. Luego, los grupos parlamentarios deberán votarlo y entonces se verá dónde está cada cual, porque el aborto es un cuestión de principios que no admite ambigüedades.
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Y si el Partido Popular cumple su compromiso de impugnar esta ley, el Tribunal Constitucional habrá de determinar la constitucionalidad de una norma que contradice su sentencia de 1985, en la que anticipó que la desprotección absoluta del nasciturus es incompatible con el derecho a la vida recogido por la Constitución. Lo hizo afirmando que «ni ésta (la vida del nasciturus) puede prevalecer incondicionalmente frente a aquéllos, ni los derechos de la mujer pueden tener primacía absoluta sobre la vida del nasciturus, dado que dicha prevalencia supone la desaparición, en todo caso, de un bien no sólo constitucionalmente protegido, sino que encarna un valor central del ordenamiento constitucional».
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El Gobierno ha apostado temerariamente por una abierta confrontación de principios éticos y jurídicos, de modelos contrapuestos de sociedad y de visiones incompatibles de la dignidad humana. Es lógico que quienes están en contra de este aborto libre recojan el guante. Cortina de humo o no para la crisis económica, el aborto libre que propone Zapatero es un desafío para una sociedad con valores.

Una nueva matanza de inocentes en España

El PSOE abre el aborto sin consentimiento paterno para las niñas de 16 años
(Fuente: ABC de Madrid)

Grupo Socialista ha presentado sus conclusiones de la subcomisión parlamentaria encargada de estudiar la reforma del aborto. Lo más llamativo es que abrió esta práctica, sin el consentimiento de sus padres, a las niñas con más de 16 años. Exactamente propone que se reconozca «al menor la capacidad para decidir autónomamente a partir de los 16 años y se establece que el menor deberá ser oído cuando sea mayor de 12 años».
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En el documento que hizo público apuesta, como era previsible, por el aborto libre hasta una semana dada. Sin embargo, asombró a todos al no incluir en sus recomendaciones el tope de semanas. Se limita en su escrito a señalar su apoyo a un modelo «en el que corresponda a las mujeres embarazadas la decisión sobre el IVE (Interrupción Voluntaria del Embarazo, eufemismo utilizado oficialmente para referirse al aborto) en un plazo determinado».
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Los periodistas presentes en la intervención realizaron a la portavoz socialista, Carmen Montón, de mil formas distintas la misma pregunta: «¿Hasta qué semana se podrá entonces abortar?». Otras tantas veces Montón se aferró a la misma coletilla: «Creemos que corresponde al Gobierno fijar los plazos para la interrupción del embarazo». Acorralada se lanzó a ofrecer una pista que sonó a broma: «Lo normal es que el Gobierno se fije en las legislaciones europeas de su entorno». «¿Y cuál es la media de semanas en Europa?», le inquirieron. «Pues varía desde la semana 10 a la 24»...
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Así que, después de escuchar a 30 expertos, de mes y medio de trabajos y reuniones y de otros dos meses utilizados para elaborar las conclusiones, el producto final es un escrito repleto de vaguedades.Propone también que se pueda abortar fuera del plazo en ciertos supuestos, pero no aclara hasta cuándo.
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Otra de las cuestiones que no quedaron claras es la referente a las indicaciones que permitirían abortar pasado el plazo legal de aborto libre. Al respecto, señaló que serían varios los «supuestos o indicaciones en los que la IVE (no pronunció Montón ni una sola vez la palabra aborto) podría practicarse durante un periodo mayor al plazo general».
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De nuevo un interrogatorio intensivo de la prensa no permitió conocer ni las indicaciones más que de una forma muy general : «Deberían tener en cuenta, al menos, los supuestos en que exista grave peligro para la vida o salud de la embarazada, se detecten graves anomalías físicas o psíquicas del feto o malformaciones o enfermedades graves en el mismo incompatibles con la vida».
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Por supuesto, tampoco aclaró hasta qué semana se podría abortar en tales supuestos.Lo curioso es que hace un par de meses, el 19 de diciembre, cuando se clausuró la subcomisión parlamentaria, la misma Montón, al realizar un resumen de las comparecencias de los expertos, no tuvo inconveniente en vaticinar que la futura ley de plazos se situaría «en torno a las 14 semanas que es la media en la Unión Europea» y que para los supuestos especiales que permitirían abortar fuera del plazo legal «habría que tener en cuenta el diagnóstico prenatal de más de 22 semanas».

Al final el proyecto salió adelante con la oposición frontal del PP y las abstenciones de IU, que propugna una ley de plazos hasta por lo menos la semana 20, y ERC, que quiere el aborto libre hasta la 24.El día 18 serán votadas estas conclusiones por la Comisión de Igualdad. El PP presentará un voto particular porque una ley de plazos «es mala para la sociedad y para las mujeres y lanza el mensaje engañoso de que no pasa nada por abortar cuando siempre deja secuelas físicas y psicológicas», concluyó Sandra Moneo.

domingo, 10 de mayo de 2009

España. ¿Arderán las iglesias como el 36?

POR DETRAS DE LA NUEVA LAICIDAD
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En la mañana del 5 de mayo, las iglesias sevillanas de La Magdalena y el Santo Ángel aparecieron con pintadas, firmadas por anarquistas, con las frases "Arderéis como en el 36" y "La única iglesia que ilumina es la que arde" (se recordará la coincidencia con el lema usado por las feministas que apoyaban al "barco de la muerte" en Valencia en octubre pasado).
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El día 7, dos mujeres de unos cuarenta años interrumpieron los cultos a la Virgen de Araceli que se celebraban en la iglesia de San Andrés, lanzando insultos contra la Iglesia y contra el Sumo Pontífice y gritando "¡Arderéis como en el 36!".Entre 1930 y 1936 los rojos y republicanos destruyeron gran número de templos en Sevilla, como en el resto de España. En medio de la campaña gubernamental de la "memoria histórica", y días después de que la Mesa del Congreso de los Diputados, con el apoyo del PP, admitiera a trámite una proposición de reprobación contra el Papa, los rojos actuales, conscientes de la complicidad del Gobierno y de los medios, amenazan con volver a sus viejas costumbres (heredadas, es verdad, de los afrancesados y liberales del siglo XIX).
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(Sevilla, 5/7 mayo 2009. Agencia Faro)