1) La razón de este homenaje polémico
(Julio Alvear Téllez)
El 13 de diciembre se cumplen cien años del nacimiento del Dr. Plinio Corrêa de Oliveira (1908-1995), quien fuera una de las figuras más importantes de la Iglesia Católica en el siglo XX.
En diversos países de América y Europa ya se han iniciado las conmemoraciones de su natalicio. Desgraciadamente muchos de sus antiguos seguidores y nuevos admiradores no nos están diciendo toda la verdad. Nos están presentando una versión reducida, acomodaticia, transaccional del Dr. Plinio. No me refiero a los “Heraldos del Evangelio”, pues la defección de sus dirigentes es notoria. Me refiero a círculos de más alto vuelo intelectual.
Escritores italianos, como Giovanni Cantoni y Massimo Introvigne, que habíamos admirado en el pasado, parecen haber alterado su campo de visión. El Sr. Introvigne, por ejemplo, ha publicado “Una battaglia nella notte. Plinio Corrêa de Oliveira e la crisi del secolo XX nella Chiesa” (Sugarco, Milano 2008), en donde nos sugiere que enterremos la espada de la legítima resistencia católica en el panteón de los recuerdos, porque el Dr. Plinio -que a través de su libro se nos vuelve a momentos irreconocible- habría en el fondo adherido al Concilio Vaticano II.
El “verdadero Concilio” se apresuran a puntualizar escritores como Introvigne, Cantoni y tantos otros, antes que el desfavorable compromiso posconciliar con el mundo moderno les salga al encuentro y devore sus dichos. Sí, dicen ellos. El Dr. Plinio habría sido amigo del Concilio “integral”, no el de los progresistas e innovadores que han demolido a la Iglesia en estos cuarenta años, sino del Concilio rectamente interpretado por los Papas Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI. Es decir, puntualizamos nosotros, el Concilio reflejado en el “statu quo” actual de la Iglesia, en donde, a cierta distancia de los desastres del Pontificado de Paulo VI, los dos últimos Pontífices conservan parte de la tradición católica y permiten la innovación demoledora en un precario (des) equilibrio.
Ahora bien, yo no sé qué tiene que ver este “conservadurismo” con el Dr. Plinio Corrêa de Oliveira. Primero, porque no es necesario para ser fiel al Papado y a la Iglesia considerar como bueno o como prudente lo que no lo es. Y en segundo lugar, escritos como el de Introvigne nos revelan –salvadas las intenciones- una extraña sed de sepultar en los círculos tradicionales italianos –y en general, paso a paso en los del mundo- la fidelidad y la identidad diamantina de todos aquellos que quieren mantener la legítima resistencia católica a las innovaciones conciliares que han desfigurado a la Iglesia; resistencia que el Dr. Plinio representó a lo largo de toda su vida con heroica fidelidad, con intachable lealtad, y con inquebrantabilidad profética. El Vaticano que conocía sus obras y las examinaba, nunca pudo objetarle ni su amor a la Iglesia, ni su veneración al Papado, ni su ortodoxia, aún en los momentos más duros.
Para quienes pretender amigar a Plinio Corrêa de Oliveira con la Iglesia posconciliar existe un testimonio que no pueden ni deben olvidar: él, hasta su último suspiro el año 1995, quiso vivir junto a sus seguidores en el aroma, el ambiente, la mentalidad, y la vida de la Iglesia sin concesión alguna a las reformas desorientadoras del posconcilio. Las aguas del Concilio Vaticano II no entraron en el palacio de la Contra-Revolución que el Dr. Plinio sostuvo de pie, erguido, como ejemplo de catolicidad y tradición. Quienes quieran entrar ahora en las vías de la capitulación pueden hacerlo, pero a nombre propio, no invocando el nombre de Plinio Corrêa de Oliveira.
La vida de Plinio Corrêa de Oliveira es el más irrefutable testimonio del “non possumus” frente al “sí” fundamental del Concilio al mundo moderno (hoy en evidente disgregación) y a la orientación fundamental que los Pontífices posconciliares imprimieron en el mismo sentido al elemento humano de la Iglesia. Se podrá estar de acuerdo o no con él, pero no se le puede adulterar para justificar actuales o futuras concesiones. Su vida y sus palabras son un mentís a los intentos vergonzosos de quienes hoy día quieren colocarlo en la galería de los personajes que creen que el “statu quo” actual de la estructura eclesiástica frente al mundo representa adecuadamente a la Iglesia Católica, cuerpo místico de Cristo.
Dado que este blog no está comprometido con nadie, no recibimos ni premios, ni beneficios ni halagos por lo que escribimos, queremos rendir un homenaje al auténtico Plinio Corrêa de Oliveira, profeta de Nuestra Señora e hijo fiel de la Iglesia, mostrando polémicamente a través de algunos de sus escritos –sin ánimo de ser exhaustivos, pues ello sería propio de un libro o de una tesis doctoral- cuál fue su verdadera postura frente al Concilio Vaticano II y las innovaciones posconciliares, que prometiendo ser un “Nuevo Pentecostés” (Juan XXIII) se transformaron pronto en el “humo de Satanás” (Pablo VI) .
Hemos dejado de lado los aspectos de su pensamiento teológico, filosófico e histórico que aún no han sido publicados, y que en conjunto abarcan treinta y tres mil (33.000) reuniones y conferencias grabadas y transcritas. En ellas, el Dr. Plinio aludió innumerables veces a la crisis de la Iglesia, a la licencia que la Providencia había dado al demonio para articular esa crisis, a la responsabilidad de la jerarquía eclesiástica, a nuestra propia responsabilidad, a los sagrados deberes de resistencia de la hora presente y de reparación por las ofensas que cometen los enemigos externos e internos de la Iglesia, al anuncio de un gran castigo de Dios sobre la faz humana de la Iglesia y sobre el mundo.
Nos eximimos de citar las recomendaciones que el Dr. Plinio –que era lego y no sacerdote- recibió por algunos de sus libros, sea del Papa Pío XII, sea de Congregaciones del Vaticano, sea de Cardenales, obispos y teólogos hasta el día de hoy. Un año después de su muerte, el Cardenal austriaco Alfons Stickler, prefecto de la Biblioteca vaticana y célebre canonista, puso su figura entre las “personalidades descollantes de la Historia de la Iglesia” (Cfr. Prefacio del Cardenal al libro “Il crociato del secolo XX: Plinio Correa de Oliveira” de Roberto de Mattei, edición española de Encuentro, Madrid, 1997, p.12)
Escritores italianos, como Giovanni Cantoni y Massimo Introvigne, que habíamos admirado en el pasado, parecen haber alterado su campo de visión. El Sr. Introvigne, por ejemplo, ha publicado “Una battaglia nella notte. Plinio Corrêa de Oliveira e la crisi del secolo XX nella Chiesa” (Sugarco, Milano 2008), en donde nos sugiere que enterremos la espada de la legítima resistencia católica en el panteón de los recuerdos, porque el Dr. Plinio -que a través de su libro se nos vuelve a momentos irreconocible- habría en el fondo adherido al Concilio Vaticano II.
El “verdadero Concilio” se apresuran a puntualizar escritores como Introvigne, Cantoni y tantos otros, antes que el desfavorable compromiso posconciliar con el mundo moderno les salga al encuentro y devore sus dichos. Sí, dicen ellos. El Dr. Plinio habría sido amigo del Concilio “integral”, no el de los progresistas e innovadores que han demolido a la Iglesia en estos cuarenta años, sino del Concilio rectamente interpretado por los Papas Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI. Es decir, puntualizamos nosotros, el Concilio reflejado en el “statu quo” actual de la Iglesia, en donde, a cierta distancia de los desastres del Pontificado de Paulo VI, los dos últimos Pontífices conservan parte de la tradición católica y permiten la innovación demoledora en un precario (des) equilibrio.
Ahora bien, yo no sé qué tiene que ver este “conservadurismo” con el Dr. Plinio Corrêa de Oliveira. Primero, porque no es necesario para ser fiel al Papado y a la Iglesia considerar como bueno o como prudente lo que no lo es. Y en segundo lugar, escritos como el de Introvigne nos revelan –salvadas las intenciones- una extraña sed de sepultar en los círculos tradicionales italianos –y en general, paso a paso en los del mundo- la fidelidad y la identidad diamantina de todos aquellos que quieren mantener la legítima resistencia católica a las innovaciones conciliares que han desfigurado a la Iglesia; resistencia que el Dr. Plinio representó a lo largo de toda su vida con heroica fidelidad, con intachable lealtad, y con inquebrantabilidad profética. El Vaticano que conocía sus obras y las examinaba, nunca pudo objetarle ni su amor a la Iglesia, ni su veneración al Papado, ni su ortodoxia, aún en los momentos más duros.
Para quienes pretender amigar a Plinio Corrêa de Oliveira con la Iglesia posconciliar existe un testimonio que no pueden ni deben olvidar: él, hasta su último suspiro el año 1995, quiso vivir junto a sus seguidores en el aroma, el ambiente, la mentalidad, y la vida de la Iglesia sin concesión alguna a las reformas desorientadoras del posconcilio. Las aguas del Concilio Vaticano II no entraron en el palacio de la Contra-Revolución que el Dr. Plinio sostuvo de pie, erguido, como ejemplo de catolicidad y tradición. Quienes quieran entrar ahora en las vías de la capitulación pueden hacerlo, pero a nombre propio, no invocando el nombre de Plinio Corrêa de Oliveira.
La vida de Plinio Corrêa de Oliveira es el más irrefutable testimonio del “non possumus” frente al “sí” fundamental del Concilio al mundo moderno (hoy en evidente disgregación) y a la orientación fundamental que los Pontífices posconciliares imprimieron en el mismo sentido al elemento humano de la Iglesia. Se podrá estar de acuerdo o no con él, pero no se le puede adulterar para justificar actuales o futuras concesiones. Su vida y sus palabras son un mentís a los intentos vergonzosos de quienes hoy día quieren colocarlo en la galería de los personajes que creen que el “statu quo” actual de la estructura eclesiástica frente al mundo representa adecuadamente a la Iglesia Católica, cuerpo místico de Cristo.
Dado que este blog no está comprometido con nadie, no recibimos ni premios, ni beneficios ni halagos por lo que escribimos, queremos rendir un homenaje al auténtico Plinio Corrêa de Oliveira, profeta de Nuestra Señora e hijo fiel de la Iglesia, mostrando polémicamente a través de algunos de sus escritos –sin ánimo de ser exhaustivos, pues ello sería propio de un libro o de una tesis doctoral- cuál fue su verdadera postura frente al Concilio Vaticano II y las innovaciones posconciliares, que prometiendo ser un “Nuevo Pentecostés” (Juan XXIII) se transformaron pronto en el “humo de Satanás” (Pablo VI) .
Hemos dejado de lado los aspectos de su pensamiento teológico, filosófico e histórico que aún no han sido publicados, y que en conjunto abarcan treinta y tres mil (33.000) reuniones y conferencias grabadas y transcritas. En ellas, el Dr. Plinio aludió innumerables veces a la crisis de la Iglesia, a la licencia que la Providencia había dado al demonio para articular esa crisis, a la responsabilidad de la jerarquía eclesiástica, a nuestra propia responsabilidad, a los sagrados deberes de resistencia de la hora presente y de reparación por las ofensas que cometen los enemigos externos e internos de la Iglesia, al anuncio de un gran castigo de Dios sobre la faz humana de la Iglesia y sobre el mundo.
Nos eximimos de citar las recomendaciones que el Dr. Plinio –que era lego y no sacerdote- recibió por algunos de sus libros, sea del Papa Pío XII, sea de Congregaciones del Vaticano, sea de Cardenales, obispos y teólogos hasta el día de hoy. Un año después de su muerte, el Cardenal austriaco Alfons Stickler, prefecto de la Biblioteca vaticana y célebre canonista, puso su figura entre las “personalidades descollantes de la Historia de la Iglesia” (Cfr. Prefacio del Cardenal al libro “Il crociato del secolo XX: Plinio Correa de Oliveira” de Roberto de Mattei, edición española de Encuentro, Madrid, 1997, p.12)
11 comentarios:
Los felicito por sus aclaraciones. El Concilio tuvo mucho de nefasto para la Iglesia, y se vive escondiendo su perfil en un optimismo barato.
Huelga decir que la imagen que ustedes pintan de Plinio Corrêa de Oliviera me parece bastante coherente con lo que yo conocí de él a través de amigos o publicaciones en la prensa. El libro "España anestasiada - la obra del Psoe" fue magnífico, y él estuvo detrás. También "Revolución y Contra-Revolución", en su tiempo muy comentado acá en España en los círculos católicos no progres.
No me lo imagino bendiciendo los desastres del Concilio, que están a la vista de todos, para aquel que tenga ojos.
Saludos,
José Rivero M.
Felicitaciones, amigos!!
Pedro Alberdi
Yo pertenecí a la Tradición Familia y Propiedad y me retiré en su tiempo, hace muchos años. Guardé muchos recuerdos buenos del Dr. Plinio, pero no tan buenos de TFP. Y ahora les escribo para felicitarlos porque el Dr. Plinio que ustedes retratan es el que yo conocí, y no el que ahora estan retratando muchos de sus seguidores, traidores unos, y otros felones, que no hay otro nombre.
La Iglesia es una, la fe es una, el culto es uno, los católicos tenemos el mismo credo y el mismo amor. El Dr. Plinio defendió todo eso a lo largo de su vida contra las falsificaciones de la liturgia, del magisterio, de la doctrina socio-económica de la Iglesia. Gracias por recordarnos que el Dr.Plinio no puede ser falsificado
El Dr. Plinio fue un gran apóstol de la devoción a la Sma. Virgen. Era como su lugar teniente. Yo no lo conocí personalmente, pero siempre adquirí sus obras, y recuerdo que nunca terminaba sus libros sin acudir a María, que aplasta la cabeza de Satanás.
Es a María a quien tenemos que recurrir ahora a fin de haga bajar la confusión sobre quienes falsifican a su lugarteniente.
Domina nostra de Fátima, ora pro nobis.
Creo que todos ustedes son el ejemplo más vivo de lo vetusto que hay en la Iglesia. No comprendo como no entienden que la tradición es algo VIVO y no muerto, y no pueden quedarse petrificados en la década de los sesenta (o del siglo XIII).
Son ustedes un conjunto de medievalistas fanáticos y lunáticos. Huelen a misa en latín.
A monarquía. A prohibición del condón.
Además, la Iglesia sigue al Papa, y el Papa a Jesús, así que, amigos, lo siento. Si Jesús viviera hoy cantaría con guitarra una cena junto a los más pobres, y le llamarían Revolucionario, y no predicaría la moral puritana.
Además, por si no lo saben, ganó Obama, nuevos tiempos....
Marcela
A Marcela,
Oye, qué tiene de malo la misa en Latín, la Monarquía y el respeto por la dignidad del hombre respecto de su cuerpo y de su intimidad? No te entiendo...
Para que sepas, JEsús ya estuvo con nosotros hace dos mil años, y su próxima venida será en gloria y majestas, como el Rey que es, y no, como dices tú, tocando guitarra a lo "hippie" pues El,Nuestro Señor es Todo Dignidad, Realeza, majestad. Eso estña escrito y profetizado en la biblia. Asi que si eso te molesta tanto, bueno, problema tuyo...
Ximena Camporal
Yo también estuve muchos años en la TFP y conocí al Dr. Plinio personalmente.
Lo que yo lamento mucho es que él haya buscado o haya permitido (termina siendo lo mismo) que su persona fuera transformada de líder católico a profeta inerrante. Porque no lo era. Y no necesitaba serlo para “luchar el buen combate” y defender los valores que le eran queridos a él y a tantos otros. Y fue esta transformación la que terminó dandole no sólo a él, pero a sus colaboradores más cercanos que usaban y abusaban de su autoridad, un poder sobre las conciencias que era ejercido sin los equilibrios y contrapesos que muchas veces sí se encuentran en las órdenes religiosas.
Una lástima, porque podría haber sido de otra manera.
Alfonso
Yo también estuve muchos años en la TFP y conocí mucho al Dr. Plinio pero no tanto como después de salir de la misma, aunque parezca increible.
Al Sr. Alfonso B.V., que tambien conozco personalmente, le diria que no se puede confundir el profetismo del Dr. Plinio, en cuanto que supo discernir los caminos de la gracia en la lucha R=CR y el de los propfetas del Antiguo Testamento que tençian una comunicacion directa con Dios. Es solo analizar su obra prima, R=CR para tener la prueba irrefutable de su conocimiento claro e inenarrable sobre la materia y como lo descripto en dicha obra, se va cumpliendo inexorablemente.
Saludos cordiales In Iesu et Maria.
Alberto Aprea = Cçordoba = Arg.
Yo no conocí personalmente a Plinio Corrêa de Oliveira. Pero lo juzgo por su pensamiento. Y lo que se expone de él en este blog es digno de ser destacado. Es un hombre de Dios.
Pedro G.
¡Más que un hombre político, él es un profeta!
Devido a su gran inocencia, se puede afirmar que era inerrante. Si dudan, es sólo ver el fruto de su obra, que ahora reluz en el seno de la Iglesia.
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