El pasado 4 de diciembre, en el instituto de formación profesional "Alessandro Casagrande" de Terni, Umbria (Península Italiana), Franco Coppoli, profesor de italiano e historia, tuvo la osadía de retirar el crucifijo que presidía la clase. Ante tan insultante acción, los alumnos (sí, sí han leído bien, los alumnos) reclamaron al profesor que inmediatamente colocara el crucifijo de nuevo.
También comunicaron los sucesos al director del instituto, que informó de los sucedido al consejo escolar regional, el cual dio la razón a los alumnos.En España, recientemente, un juez obligó a retirar los crucifijos de un colegio público de Valladolid. Nadie hizo nada. Silencio.
Las únicas voces que se oyeron fueron las de la tolerante progresía, que celebró la ignominia con el odio y la estupidez que suelen exhibir cuando se ataca a la Fe católica.
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