lunes, 1 de septiembre de 2008

Nuestra historia: lo que todos ocultan (1)

ENTRE ALLENDE Y FIDEL CASTRO,
EL CARDENAL SILVA HENRÍQUEZ


Después del Te Deum celebrado por el triunfo del marxismo en Chile,
el Cardenal felicita a Allende

Mons. Silva Henríquez acoge al tirano del caribe en su visita a Chile


Que la antigua “izquierda católica” no se haya renovado en Chile y se sienta tentada a canonizar al Cardenal Silva Henríquez es inconcebible. Hace no mucho nos contaron que la foto del discutido Cardenal estaba situada en la Página WEB del Arzobispado de Santiago, al lado, ni más ni menos, que de Santa Teresa de los Andes.

Es como mucho, en nuestro contexto de olvido ya ofensivo de nuestra historia. Por ello, sentimos la necesidad de retrotraernos al año 1970, a pocos meses después de la asunción de Allende a la Presidencia de la República.

Lo haremos transcribiendo un artículo titulado “El Cardenal festivo” del Dr. Plinio Corrêa de Oliveira, escrito en el fragor de las polémicas de la época. En él aparecen dos aspectos que nos interesa destacar aquí:

i) la lúcida advertencia del autor acerca de la estrategia allendista de ir poco a poco radicalizando la revolución marxista en Chile, lo que efectivamente se cumplió;

ii) la imposibilidad moral de que dicha revolución se hubiese llevado a cabo sin que los católicos fueran continuamente adormecidos por la escandalosa connivencia de sus pastores con el marxismo, en especial la del Cardenal Silva Henríquez.

La denuncia del Dr. Plinio respecto del Cardenal chileno fue ampliamente ratificada por otros hechos subsecuentes del Prelado.

En su visita a Chile en 1971, Fidel Castro (a quien el Cardenal fue a recibir al aeropuerto) evaluaría la situación desde el punto de vista revolucionario, afirmando: Les digo sin vacilación: nosotros vemos a los cristianos de izquierda, a los cristianos revolucionarios, como aliados estratégicos de la revolución” (Conversación con los estudiantes de la Universidad de Concepción, 18 de noviembre de 1971, en "Cuba-Chile", p. 268).

Y los sacerdotes agrupados en “cristianos para el socialismo” comunicaban: “ser solidario en este momento en Chile es participar en el proyecto histórico que su pueblo se ha trazado. Como cristianos no vemos incompatibilidad entre cristianos y socialismo. Todo lo contrario. Como dijo el Cardenal de Santiago (Raúl Silva Henríquez) en noviembre pasado, en el socialismo hay más valores evangélicos que en el capitalismo... En este sentido es necesario destruir los prejuicios y las desconfianzas que existen entre cristianos y marxistas” (Cfr. Aniceto Rodríguez, Entre el Miedo y la Esperanza, Editorial Andrés Bello (Santiago, 1995),p. 393)

El artículo que pasamos a transcribir, originariamente fue publicado en la “Folha de S. Paulo” –el diario de mayor circulación en Brasil- el 8 de noviembre de 1970, y luego divulgado en prácticamente todos los países sudamericanos. En 1974 apareció publicado en Italia y en Francia en forma de libro, junto a otros artículos del autor sobre Allende, el Cardenal Silva Henríquez y la Unidad Popular.
* * *

“La elección y asunción de Allende han causado un suspense en el mundo entero. Y nada más razonable. En Chile — como de hecho también en Italia — los marxistas están divididos en dos partidos políticos. Uno de ellos se intitula directa y ostensivamente Partido Comunista.
El otro, que evidentemente no puede usar el mismo nombre, se llama Partido Socialista. Pero tanto el PC cuanto el PS son oficial y genuinamente marxistas. Así, no hay duda posible: Allende, figura de grande destaque en el Partido Socialista, es un comunista confeso.
Pues bien, está en la esencia de la metodología de Marx, que los partidos comunistas tiendan continuamente hacia la realización de los objetivos últimos y más extremos de la revolución social.

No es que Marx excluyera la eventualidad de admitir contemporizaciones y demoras en esa trayectoria para los fines últimos. Cuando se recorre un terreno muy resbaladizo, se puede llegar menos tardíamente al fin caminando lentamente, que andando con prisa irreflexiva.

Así, aún cuando el marxista auténtico parezca contemporizar, no tengamos duda: es porque juzga ser éste el modo más corto de alcanzar la realización de la revolución integral.
En estas condiciones, los aires de comedimiento y blandura ostentados en estos días por Allende sólo pueden ilusionar a quien ignore los rudimentos más elementales del método marxista de conquista del poder.

Lo mismo puede decirse de las fórmulas suaves con que el líder socialista se ha servido para enunciar su programa de gobierno. Evitando afirmar crudamente que el objetivo es la implantación del comunismo, Allende ha hablado, de forma más moderada, de realizar en Chile el socialismo. Pero ese pequeño disfraz de nada vale como garantía para los no comunistas. Pues, de un lado, la línea demarcatoria entre el socialismo y el comunismo es de las más inconsistentes. Y, de otro lado, en los labios de Allende, la palabra "socialismo" no puede significar sino marxismo, ya que es oficialmente marxista el Partido Socialista al cual él pertenece.
Lo mismo se debe afirmar de la relativa — y cuán relativa — moderación de las varias medidas inmediatas anunciadas por Allende. Estas siempre fueron reclamadas por el PC y por el PS chilenos como providencias preliminares esenciales para la instauración del régimen comunista.

Esto puesto, y aunque Allende no parezca resuelto a instaurar, desde ya, y en su integridad, el régimen comunista, es para allá que se dirigen inmediatamente sus primeros pasos. Y no es demasiado repetir que esos pasos sólo serán moderados y lentos en la medida en que así lo impusieren las conveniencias tácticas del comunismo.

Para ilustrar estas observaciones, no es sin interés mencionar la entrevista concedida por el nuevo presidente al director del periódico "Excelsior", de México. En la sala de su residencia, en que la entrevista se realizó, se notaban fotos de Fidel Castro, el "Che" Guevara, Ho Chi Minh y Mao Tsé-Tung.

"Dime con quien andas, y te diré quién eres", afirma el proverbio. Preguntado sobre el motivo de tales fotos, respondió el nuevo amo de Chile que es porque admiraba a esos personajes. Y que, además, eran fotos con dedicatoria. Enseguida, Allende añadió, con gracejo irreverente, que no tenía una foto de Jesucristo al lado de los líderes comunistas, porque Este no le podía ofrecer una con dedicatoria."

* * *

"Como buen marxista, Allende es oficialmente ateo. Como ateos son también los ministros marxistas que ocupan varios puestos, y de los mejores, en su gabinete.

Y como ve él a la Iglesia? Como una entidad no idónea, que "se dio vuelta la casaca", y hoy pacta en Sudamérica con doctrinas contra las cuales ayer lanzaba categóricas condenas. He aquí sus palabras textuales, en entrevista al "New York Times":
Reportero: "En su calidad de masón, considera usted que la Iglesia Católica es un elemento potencial de oposición a su gobierno?"

Allende: "Creo que está perfectamente claro de que las viejas reyertas entre la masonería y la Iglesia están superadas.

Y lo que es más importante, la Iglesia Católica ha sufrido cambios fundamentales. Durante siglos, la Iglesia Católica defendió los intereses de los poderosos. Hoy, después de Juan XXIII, ella se ha orientado para transformar el Evangelio de Cristo en realidad, por lo menos en algunos lugares”.

"Tuve ocasión de leer la “Declaración de los Obispos en Medellín”, y el lenguaje que usan es el mismo que usamos (los marxistas) desde nuestra iniciación en la vida política, hace 30 años. En aquella época, éramos condenados por tal lenguaje que hoy es empleado por los Obispos católicos.

"Creo que la Iglesia no será factor de oposición al gobierno de la Unidad Popular. Al contrario, será un elemento a nuestro favor, porque estaremos intentando convertir en realidad el pensamiento cristiano. Además de eso, habrá la más total libertad de creencia religiosa".

(Continúa en la siguiente entrada)

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