domingo, 11 de enero de 2009

Santo Tomás de Aquino:

La Pasión de Cristo es suficiente para modelar por completo nuestra vida

§2 Como dice San Agustín, la Pasión de Cristo es suficiente para modelar por completo nuestra vida. Quien quiera vivir a la perfección, no tiene que hacer más que despreciar lo que Cristo despreció en la Cruz, y desear lo que El deseó. En la Cruz no falta ningún ejemplo de virtud.
Si buscas un ejemplo de caridad, "nadie tiene mayor caridad que dar uno su vida por sus amigos" (Jn 15,13). Esto lo hizo Cristo en la Cruz. Por consiguiente, si dio por nosotros su vida, no debe resultarnos gravoso soportar por El cualquier mal. "¿Cómo pagaré al Señor todo lo que me ha dado?" (Ps 115,12).
Si buscas un ejemplo de paciencia, extraordinaria es la que aparece en la Cruz. Por dos cosas puede ser grande la paciencia: o por soportar uno pacientemente grandes sufrimientos, o por soportar sin evitar lo que podría evitar.
Cristo en la cruz sobrellevó grandes sufrimientos: "Vosotros todos los que pasáis por el camino, fijáos, y ved si hay dolor semejante a mi dolor" (Lam 1,12); y pacientemente, pues, "cuando padecía, no profería amenazas" (1 Pet 2,23); "como oveja será llevado al matadero, y como cordero ante quien lo esquila enmudecerá" (Is 53,7). Además pudo evitárselos, y no los evitó: "¿Piensas que no puedo rogar a mi Padre, quien pondría a mi disposición inmediatamente más de doce legiones de ángeles?" (Mt 26,53).
Grande fue, por tanto, la paciencia de Cristo en la Cruz. "Con paciencia corramos nosotros a la lucha que se nos presenta, poniendo los ojos en Jesús, el Autor y Consumador de la fe, el cual, en lugar del gozo que se le ofrecía, soportó la cruz sin miedo a la deshonra" (Heb 12,1-2).
Si buscas un ejemplo de humildad, mira al Crucificado: Dios quiso ser juzgado bajo Poncio Pilato, y morir. "Tu causa ha sido juzgada como la de un impío" (Iob 36,17). Como la de un impío auténtico: "condenémoslo a la muerte más infame" (Sap 2,20). El Señor quiso morir por su esclavo; El, que es vida de los ángeles, por el hombre. "Hecho obediente hasta la muerte" (Philip 2,8).
Si buscas un ejemplo de obediencia, sigue al que se hizo obediente al Padre hasta la muerte. "Como por la desobediencia de un solo hombre fueron hechos pecadores muchos, así también serán hechos justos muchos por la obediencia de uno solo" (Rom 5,19).
Si buscas un ejemplo de menosprecio de las cosas terrenas, sigue al que es Rey de reyes y el Señor de los que dominan, en quien están los tesoros de la sabiduría: en la Cruz aparece desnudo, burlado, escupido, azotado, coronado de espinas; le dan a beber hiel y vinagre, muere. No te aficiones, por tanto, a los vestidos ni a las riquezas, puesto "que se repartieron mis vestiduras" (Ps 21,19); ni a los honores, pues yo sufrí burlas y azotes; ni a las dignidades, porque trenzando una corona de espinas la pusieron sobre mi cabeza; ni a los placeres, ya que "en mi sed me dieron a beber vinagre" (Ps 68,22).

A propósito de Heb 12,2: "El cual, en lugar del gozo que se le ofrecía, soportó la cruz sin miedo a la deshonra", comenta Agustín: "Jesucristo hombre despreció todos los bienes de la tierra para indicar que deben ser despreciados".


Santo Tomás de Aquino,
"Exposición del Símbolo de los Apóstoles", C. 4, 2.

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