Dr. Gonzalo Alvear Téllez
Causas médicas probables de la muerte de Jesús, Nuestro Señor
Jesús estuvo crucificado entre 3 a 5 horas, lo que fue bastante poco para lo habitual, más de 6 horas. Esto se deduce así ya que Pilatos no esperaba un término tan pronto del proceso. Cerca de las 15:00 horas de aquel viernes, Cristo gritó, dobló la cabeza y murió.
Los soldados romanos certifican, en cierta manera, la muerte de Jesús en la cruz ya que no le practicaron el crucifragium como a los otros 2 crucificados con Él, sino que sólo le atravesaron el costado como “golpe de gracia”. Los Evangelios relatan este hecho y en la imagen del Sudario está representada esta herida.
Ahora bien, ¿fue la muerte de Jesús el proceso final de los eventos fisiopatológicos descritos o pudo existir un evento agudo sobreagregado que aceleró la muerte?
El hecho que Jesús gritara en voz alta antes de morir ha dado pie para pensar que pudo existir un evento agudo “catastrófico” sobreagregado a los aspectos fisiopatológicos descritos que apuró la muerte. En realidad esto es absolutamente posible y nunca sabremos si sucedió. Pudo Cristo sufrir de un infarto agudo al miocardio (IAM) o una arritmia fatal.
- IAM: Para explicar el IAM recordemos que la contusión cardíaca provoca una disminución en el flujo sanguíneo coronario y los traumas craneoencefálicos pueden provocar vasoconstricción coronaria. Si a esto agregamos la hipoxia propia de los procesos fisiopatológicos descritos y el aumento de la coagulabilidad sanguínea propia del estado de shock, se puede explicar perfectamente la ocurrencia de un IAM.
- Arritmias fatales: Vimos ya que la contusión miocárdica puede inducir la aparición de arritmias fatales que no necesariamente suceden en el mismo momento del traumatismo sino que también pueden aparecer varias horas después, estando descritas hasta 3 horas posterior al trauma.
A pesar de que estos sucesos catastróficos pudieron ocurrir de manera algo “independiente” a los 5 puntos fisiopatológicos descritos, no hay duda que estos fueron los que principalmente llevaron a Jesús a la muerte. El destino final del desarrollo en conjunto de los procesos fisiopatológicos descritos era inevitablemente la muerte, la que sobrevendría más tarde o más temprano dependiendo de la capacidad de los mecanismos de compensación para contrarrestar la aparición de la FOM (Figura 13).
A pesar de que estos sucesos catastróficos pudieron ocurrir de manera algo “independiente” a los 5 puntos fisiopatológicos descritos, no hay duda que estos fueron los que principalmente llevaron a Jesús a la muerte. El destino final del desarrollo en conjunto de los procesos fisiopatológicos descritos era inevitablemente la muerte, la que sobrevendría más tarde o más temprano dependiendo de la capacidad de los mecanismos de compensación para contrarrestar la aparición de la FOM (Figura 13).
Figura 13
Como ya lo vimos, los principales mecanismos compensatorios se basaban en el aumento del trabajo cardíaco y respiratorio. Pero, el dolor agudo intenso no controlado, el desorden de estrés agudo, los severos traumatismos, el sangramiento extremo y la alteración en la mecánica respiratoria provocada por la posición en la cruz llevaron, sin lugar a dudas, a la disminución en la capacidad de aumentar tanto el trabajo respiratorio como el cardíaco, con lo que los mecanismos compensatorios se vieron anulados.
Si pensamos que a mayor castigo físico, mayor sangramiento y mayor dolor, mayor impedimento habrá para que el corazón y el sistema respiratorio puedan aumentar su actividad, con lo que los mecanismos compensatorios tendrán mayor dificultad para evitar, o más bien, retardar la aparición de la FOM y, por lo tanto, la muerte.
En resumen, podríamos decir que el proceso de la crucifixión, incluyendo los azotes previos, permitían el desarrollo de procesos fisiopatológicos serios y un impedimento para que los mecanismos compensatorios pudiesen actuar para revertir dichos procesos.
En el caso de Jesús, como ya lo mencionamos, la severidad particularmente extrema de dichas torturas, incluyendo aquí la coronación de espinas, provocaron, probablemente que la falla de los mecanismos compensatorios se produjera en un menor tiempo que lo habitual.
-Sangre y agua
Uno de los aspectos más interesante sobre la muerte de Jesús que sigue causando gran debate es el atravesamiento del costado de Jesús y la salida de “sangre y agua”, tal como lo describe el Evangelio de San Juan.
A pesar que ni el lugar exacto y ni siquiera el lado de la herida por la lanza está especificado en los Evangelios, la palabra griega usada por San Juan para denotarla: “pleura”, claramente implica las costillas. Como ya lo mencionamos, se llama pleura a la membrana que envuelve a los pulmones. Por lo tanto, parece probable que la herida fue en el tórax.
En cuanto al lugar de dicha herida, tradicionalmente se le ha atribuido al lado derecho, como se puede ver en las primeras representaciones pictóricas de la crucifixión y como se puede desprender de la imagen del Sudario de Turín.
San Juan relata que de la herida salió “sangre y agua”. ¿Pudo salir de la herida primero sangre y después agua? ¿Es esto médicamente posible?
Partamos diciendo que en la antigua Grecia, el orden de las palabras generalmente denotaba la magnitud y no necesariamente la secuencia temporal de los hechos, por lo que pudo suceder que se describió primero la sangre por la cantidad de ella que salió de la herida más que por la secuencia temporal.
Si pensamos que la dirección que debió tomar la lanza al penetrar entre las costillas tuvo que ser hacia arriba y adentro, es mucho más probable que por el lado derecho la lanza hubiese perforado la aurícula o el ventrículo derecho que probablemente estaban con gran cantidad de sangre (Figura 14).
Se ha demostrado que luego de la muerte, ambas cavidades cardíacas son el “reservorio” de la sangre, es decir, en estas cavidades se junta la sangre que no siguió circulando. Esto contrasta notablemente con las cavidades izquierdas del corazón, las que, por un lado son mucho más gruesas y, por otro, “quedan con menos cantidad de sangre”. Este hecho también apoya la idea que la herida fue por el lado derecho.
Ahora bien, si San Juan realmente describió la secuencia temporal, es decir, que primero de la herida salió sangre y luego agua, también se puede explicar por el desarrollo de un derrame pleural.
- Derrame pleural
Como ya lo mencionamos, el derrame pleural es la presencia de líquido entre la pleura y los pulmones (Figura 15).
Figura 15
Este líquido puede ser sanguinolento, seroso (como el agua) o una mezcla de ambos. Los politraumatismos y los traumas torácicos cerrados sufridos por Jesús pueden perfectamente explicar la aparición del derrame pleural sanguinolento.
El derrame pleural seroso podría ser explicado por el desarrollo de una insuficiencia cardiaca aguda (ICA). La ICA es la incapacidad del corazón de “funcionar” según lo requerido. Como ya lo vimos, esto sucedía frecuentemente en todas las víctimas crucificadas.
Tenemos, por tanto, que probablemente Jesús desarrolló, durante su Calvario, un hemohidrotórax, es decir, un derrame pleural con mezcla de sangre y líquido seroso.
Se sabe que la sangre pesa más que el líquido seroso, por lo que luego de algunas horas en una posición vertical, como en la cruz, posiblemente el contenido sanguíneo del derrame pleural podría haberse depositado en la parte más baja del derrame. Si la lanza penetró por el lado más bajo, en dirección hacia arriba y adentro, pudo “entrar” directamente en la zona donde se depositó la sangre, por lo que ésta salió en un primer momento y luego salió el contenido seroso del derrame pleural (Figura 16).
Se sabe que la sangre pesa más que el líquido seroso, por lo que luego de algunas horas en una posición vertical, como en la cruz, posiblemente el contenido sanguíneo del derrame pleural podría haberse depositado en la parte más baja del derrame. Si la lanza penetró por el lado más bajo, en dirección hacia arriba y adentro, pudo “entrar” directamente en la zona donde se depositó la sangre, por lo que ésta salió en un primer momento y luego salió el contenido seroso del derrame pleural (Figura 16).
Figura 16
Esta teoría obviamente se basa en que la lanza nunca perforó el Sacratísimo Corazón del Salvador.
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