martes, 20 de enero de 2009

Massimo Introvigne: un paso en falso

UN PASO EN FALSO
(Julio Alvear Téllez)



Un paso en falso. Lo damos cuando iniciamos un camino equivocado, cuando cambiamos de rumbo y perdemos la meta, cuando nos acercamos a un lugar que creíamos nuestro pero no lo es, cuando nos aproximamos a un barranco o a un precipicio y caemos.

¿Cuál fue el primer paso en falso de don Massimo Introvigne, actual director de Cesnur (Centro Studi sulle Nuove Religioni), loablemente dedicado en Italia a analizar los procesos arteros a través de los cuales las “nueva religiones” (sectas pseudoevangélicas, magia, satanismo, espiritismo, gnosticismo, etc.) están descristianizando Occidente?

Diríase que quien se dedica a tan necesarias tareas no puede dar pasos en falso. Pero la vida nos trae inusitables sorpresas. Confieso que desde que llegó a mis manos la reciente biografía de don Massimo sobre el Dr. Plinio Corrêa de Oliveira, me pregunto por el paso en falso que lo llevó a escribir tal obra. Mal que mal, nadie dedica un libro a la memoria de un gran pensador como el Dr. Plinio, para pervertir sustancialmente su pensamiento como lo ha hecho don Massimo. Es una pretensión incómoda, una parada en un hospedaje equivocado, a medio camino de una ruta que no es la suya.

Santo Tomás dice en su magnífico opúsculo "Del ente y la esencia", que un pequeño error en los principios arrastra grandes errores en las conclusiones. Me imagino que sucede lo mismo en quienes dan un paso en falso y se arrojan a caminar por senderos que no son los suyos. Se extravían. Podrán detenerse en mil hospedajes, pero no son los propios.

Así es. El pensamiento del Dr. Plinio Corrêa de Oliveira no es el de don Massimo. No es su hospedaje. No es su ruta, su sendero, su camino. No lo cruza, apenas lo toca. Lo mira desde lejos sin comprenderlo, y cree haber hecho una gran obra si lo disculpa por su valentía, cuando lo que debiera hacer es callar más respetuosamente. Piensa que hay que rectificar precisamente donde hay que admirar. El Dr. Plinio es tan “anti-moderno” que desorbita la pluma “semi-anti-moderna” (o semi-moderna, pues es lo mismo) de don Massimo Introvigne. Va en busca de simpáticos giños del Dr. Plinio a las innovaciones del Vaticano II, y se encuentra incómodamente con la seriedad hierática de un profeta que anuncia y denuncia la autodemolición de la Iglesia.

El Dr. Plinio Corrêa de Oliveira (1908-1995)

Pensaba yo que el Sr. Introvigne era “anti-moderno”. Quizás como su maestro Giovanni Cantoni, en sus antiguos tiempos, cuando difundía en Italia el pensamiento del brillante filósofo carlista don Francisco Elías de Tejada o de nuestro querido Dr. Plinio. Me equivoqué. Es un “semi”. Tan “semi” como el actual Giovanni Cantoni, defensor a ultranza de la libertad religiosa de la “Dignitatis humanae” del Concilio Vaticano II, según el nunca bien ponderado modelo “tradicional” (hay varios modelos para explicar lo inexplicable) de Brian W. Harrison, de Fernando Ocáriz y de Fr. Basile de la Abadía de Sainte-Madeleine du Barroux.

Como una aguja en un pajar, creo sin embargo, haber encontrado el paso en falso de don Massimo Introvigne. Su primer paso en falso. Viene de lejos. Pero lo explica todo. Se trata del opúsculo “Libertà religiosa, “sette” e “diritto di persecuzione” (Cristianità, Piacenza, 1996, 154 pp.), del que es co-autor junto al ya mencionado Giovanni Cantoni.

Ahí estuvo su primer fallo. En acompañar codo a codo, lado a lado, la insalvable apologética de Cantoni a la Declaración conciliar “Dignitatis humanae” (“Nota a propósito della libertà religiosa”, op. cit., pp.7-58). La misma que hoy Martin Rhonheimer, el actual maestro de pensamiento del Opus Dei en Roma, dice que consituye una ruptura legítima con el magisterio anterior, en el contexto de la llamada "hermenéutica de la continuidad" de Benedicto XVI

Paso en falso de don Massimo. Por ahí empezó todo. La libertad religiosa llevó a renunciar a la unidad católica de los Estados y como resorte sirvió, después del Concilio, para que las más altas autoridades de nuestra Iglesia se plegaran, sin hacerse grandes problemas, a la sociedad pluralista y humanitaria de las democracias liberales, decadentes en lo político, en lo social y en lo moral y apóstatas en lo religioso. Los que hoy protestan contra las aguas irrefrenables del ateísmo de la vida pública, son los mismos que ayer abrieron las compuertas para que esas aguas fluyeran con facilidad.

Sea como sea, es evidente que don Massimo no sigue los genuinos senderos del Dr. Plinio Corrêa de Oliveira en pro de la restauración de la Civilización Cristiana, ni la rutas de la Contra-Revolución Católica, ni los caminos arduos y militantes de la tradición. A veces me da la impresión de que se siente demasiado a gusto con el “statu quo” actual de la Iglesia. Triste camino, ilusión fugaz, que lo sitúa al borde del actual extravío.

Así las cosas, don Massimo podrá encontrar hospedaje físico en antiguas o nuevas sedes de la tradición –la educación y la hospitalidad hacen parte de ésta- pero no podrá encontrar hospedaje de alma en el pensamiento del Dr. Plinio que, por vocación dada por Nuestra Señora, tenemos la obligación, ante Dios, de mantener en su INTEGRIDAD e IDENTIDAD anti-progresista. Hasta que vuelvan los viejos estandartes que nunca murieron. Hasta que vuelvan.

* * *

17 de julio de 1972.- La imagen “peregrina” de la Virgen de Fátima llora milagrosamente en New Orleans, EEUU. La noticia da la vuelta al mundo y es difundida ampliamente y con sorpresa por la prensa internacional.

“El misterioso llanto (en Nueva Orleans) nos muestra a la Virgen de Fátima llorando sobre el mundo contemporáneo, como otrora Nuestro Señor lloró sobre Jerusalén. Lágrimas de dolor profundo, en la previsión del castigo que vendrá”.

“Vendrá para los hombres del Siglo XX, si no renuncian a la impiedad y a la corrupción. Si no luchan especialmente contra la autodemolición de la Iglesia, el maldito humo de Satanás, en el decir del propio Paulo VI, que penetró en el recinto sagrado. Si viene, es lógico esperar que habrá una misericordia especial para los que, en su vida personal, hayan tomado en serio el milagroso aviso de María”.

Cfr. Plinio Corrêa de Oliveira, “Folha de Sao Paulo”, edición del 6 de agosto de 1972.

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