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Nacido en Aytona, en Lérida (Cataluña), en una numerosa familia cristiana, Francisco Palau se incorpora al Seminario de Lérida en 1828 e ingresa al Carmelo Teresiano en el convento de San José de Barcelona, haciendo la profesión religiosa el 15 de noviembre de 1832.
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Tras la firma del Concordato entre España y la Santa Sede, maniobra política del gobierno de Isabel II (1851) Francisco Palau retorna a España, pero los claustros están suprimidos y por ello se pone a disposición del Obispo de Barcelona, quien le acoge y le nombra director espiritual del Seminario.
Atento a las señales de Dios en la historia y a las necesidades de la Iglesia en poco tiempo programa y organiza la contrarrevolucionaria obra de la Escuela de la Virtud, inaugurada el 16 de noviembre de 1851. Esta Escuela se convierte en un modelo de enseñanza catequética. El impacto de la obra en los medios culturales, religiosos, políticos y sociales se hace sentir muy pronto. Francisco Palau ha movilizado en torno a esta actividad pastoral a todas las fuerzas religiosas de la ciudad, incluida la prensa.
En Ibiza alterna la predicación popular con la soledad de las rocas del monte El Vedrá, donde vive dentro de una cueva, cuyo único acceso es una grieta. Ahí recibe luces místicas acerca del misterio de la Iglesia.
El Vedrá. Aquí, en una cueva dentro de las rocas, vivió el santo como ermitaño
En Baleares funda en 1860 dos congregaciones religiosas femeninas - la de las Carmelitas Misioneras y la de las Carmelitas Misioneras teresianas- y dos masculinas, que se extinguieron: la de los Hermanos Carmelitas de la Enseñanza y la de los Hermanos Carmelitas Terciarios.
Dotado por Dios con el don de profecía y milagros, tuvo que soportar varias denuncias y procesos incoados por la masonería por las numerosas curaciones que hacía sin ser facultativo. En diversas ocasiones practicó exorcismos con el más cumplido éxito.
Predicó misiones populares, extendiendo la devoción a la Santísima Virgen a donde quiera que fuese, y produciendo admirables conversiones. Viajó a Roma en 1866 y de nuevo en 1870 para presentar sus preocupaciones sobre el exorcistado al Papa y a los Padres del Concilio Vaticano I.
En 1868, en medio de una tempestad anti-cristiana y anti-clerical, dio inicio a la publicación de “El Ermitaño”, semanario religioso, político y literario. En él se muestra el testigo más lúcido de su tiempo, reconociendo la malicia de los cambios revolucionarios liberales que intentaban transformar la España católica. En ese órgano divulgaba, acerca del futuro de la Iglesia y de varias naciones europeas, análisis y previsiones, así como profecías de sabores bíblicos. Muere en Tarragona el 20 de marzo de 1872 a los 61 años de edad.
Fue beatificado el 24 de abril de 1988.
Artículo extraído de : "Cada dia tem seu Santo", de A. de França Andrade y Los Santos Carmelitas de P. Rafael María López-Melús
Una desconcertante pero esperanzadora profecía del Beato Palau
“Antes que se levante Carlos, u otro rey católico, Dios dirá a un hombre lo que dijo a Moisés: “Ahí tienes una vara: en ella ostentaré a todas las naciones mi existencia y mi omnipotencia”. A este hombre serán entregados a discreción los demonios, para ser arrojados del cuerpo de la sociedad actual, del cuerpo de las naciones…
A este hombre obedecerán tierra, infierno y cielos, los elementos y la naturaleza entera: este hombre estará en pie firme insignitis et potentis ante reges horrendos, ante esos reyes con quienes ahora Pío IX tiene que transigir, y en ese hombre terminará el sistema de las transacciones; este hombre, el más extraordinario que hayan visto los siglos, tendrá el poder de “percutere terram omni plaga quoties cumque volverit”, este hombre es escogido por la Reina de este monte Carmelo por el general en jefe de todos los ejércitos de Dios, y este hombre está a las órdenes de su Reina, escondido en el monte santo, y preparado para el día y hora en que Dios ha marcado su misión, y por este hombre la Reina del Carmelo restituirá a su orden la sociedad humana…
“¿Cuándo vendrá? Cuando nadie lo crea; cuando todas las naciones hayan consumado en la persona de sus reyes la apostasía de la Fe; cuando veas al diablo gloriándose en su triunfo, resistiendo al poder de los católicos. Cuando el diablo llegue al extremo de presentarse al frente de todos los reyes de la Tierra dando en guerra contra Dios bajo su lema propio: ¡Revolución! Cuando vosotros los encargados de arrojarle al abismo, seáis impotentes para vencerle por causa de vuestra incredulidad. Entonces aparecerá al mundo este hombre para anunciarle su fin…
“Sí: “venturus est et restituet omnia”, pero será despreciado y horriblemente perseguido de los mismos católicos, porque son estos los que han perdido al mundo por su incredulidad…”
(El Ermitaño, Año III, n° 89, 21 de julio de 1870)
“No se conoce otro restaurador que él. Si viene la restauración verdadera que consiste en la conversión a Dios de todas las naciones y de sus reyes, el restaurador no puede ser un rey, sino un apóstol… Y este apóstol será Elías, el Elías prometido, sea cual fuere el nombre que al parecer se le dé. Llámese Juan, Moisés, Pedro, el nombre importa poco; la misión de Elías restaurará la sociedad humana porque así Dios lo tiene en su Providencia ordenado”.
(El Ermitaño, Año IV, n° 113, 5 de enero de 1871)
1 comentario:
Agradecido por la reseña. No conocía al santo. Leí la reproducción que la agencia Faro hizo de vosotros. Los felicito.
José Pedro
Madrid
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