domingo, 15 de noviembre de 2009

Santo, profeta y carlista:

BEATO FRANCISCO PALAU
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La personalidad extraordinaria del carmelita Francisco Palau, con su celo ardiente y combativo por la causa de Dios y de la Iglesia, hace recordar al profeta Elías, patriarca de la familia carmelitana. Su fiesta se celebra el 7 de noviembre.
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Nacido en Aytona, en Lérida (Cataluña), en una numerosa familia cristiana, Francisco Palau se incorpora al Seminario de Lérida en 1828 e ingresa al Carmelo Teresiano en el convento de San José de Barcelona, haciendo la profesión religiosa el 15 de noviembre de 1832.
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Su convento es profanado e incendiado por los hordas revolucionarias el 25 de julio de 1835. Sufriendo el exclaustramiento vuelve a Aytona. Es ordenado sacerdote el 2 de abril de 1836 por el obispo de Barbastro. En los años 1838-1840 se dedica a una intensa labor como predicador de misiones populares recorriendo toda Cataluña, apoyando a los carlistas, entonces en guerra civil contra los liberales.
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En consecuencia de sus ideas religiosas y políticas fue perseguido. Vivió exiliado en Francia durante doce años (1840-1851). Tres facetas dominan su vida durante estos años: vida contemplativa en la soledad, dirección espiritual de los grupos de solitarios (hombres y mujeres) que se le unen y la defensa de la Iglesia a través de sus escritos. Publica en 1843 su primer libro titulado: "Lucha del Alma con Dios", destinado a despertar la necesidad y fecundidad de la oración por la Iglesia perseguida.
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Tras la firma del Concordato entre España y la Santa Sede, maniobra política del gobierno de Isabel II (1851) Francisco Palau retorna a España, pero los claustros están suprimidos y por ello se pone a disposición del Obispo de Barcelona, quien le acoge y le nombra director espiritual del Seminario.
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Atento a las señales de Dios en la historia y a las necesidades de la Iglesia en poco tiempo programa y organiza la contrarrevolucionaria obra de la Escuela de la Virtud, inaugurada el 16 de noviembre de 1851. Esta Escuela se convierte en un modelo de enseñanza catequética. El impacto de la obra en los medios culturales, religiosos, políticos y sociales se hace sentir muy pronto. Francisco Palau ha movilizado en torno a esta actividad pastoral a todas las fuerzas religiosas de la ciudad, incluida la prensa.
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La intensa actividad de la Escuela llega a preocupar a las fuerzas enemigas de la Virtud, la francmasonería y el liberalismo de la ciudad se conjuran contra Francisco Palau y sus seguidores. Se le acusa de tener participación en las huelgas y disturbios acontecidos en marzo de 1854, y, sirviéndose de esta maniobra artera, los enemigos de Dios consiguen suprimir la Escuela y destierran otra vez a Francisco Palau, esta vez a la isla de Ibiza. Es el 4 de abril de 1854. Allí permaneció hasta que, en 1860, logró la libertad gracias a una amnistía general.
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En Ibiza alterna la predicación popular con la soledad de las rocas del monte El Vedrá, donde vive dentro de una cueva, cuyo único acceso es una grieta. Ahí recibe luces místicas acerca del misterio de la Iglesia.
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El Vedrá. Aquí, en una cueva dentro de las rocas, vivió el santo como ermitaño

En Baleares funda en 1860 dos congregaciones religiosas femeninas - la de las Carmelitas Misioneras y la de las Carmelitas Misioneras teresianas- y dos masculinas, que se extinguieron: la de los Hermanos Carmelitas de la Enseñanza y la de los Hermanos Carmelitas Terciarios.
Dotado por Dios con el don de profecía y milagros, tuvo que soportar varias denuncias y procesos incoados por la masonería por las numerosas curaciones que hacía sin ser facultativo. En diversas ocasiones practicó exorcismos con el más cumplido éxito.

Predicó misiones populares, extendiendo la devoción a la Santísima Virgen a donde quiera que fuese, y produciendo admirables conversiones. Viajó a Roma en 1866 y de nuevo en 1870 para presentar sus preocupaciones sobre el exorcistado al Papa y a los Padres del Concilio Vaticano I.

En 1868, en medio de una tempestad anti-cristiana y anti-clerical, dio inicio a la publicación de “El Ermitaño”, semanario religioso, político y literario. En él se muestra el testigo más lúcido de su tiempo, reconociendo la malicia de los cambios revolucionarios liberales que intentaban transformar la España católica. En ese órgano divulgaba, acerca del futuro de la Iglesia y de varias naciones europeas, análisis y previsiones, así como profecías de sabores bíblicos. Muere en Tarragona el 20 de marzo de 1872 a los 61 años de edad.

Fue beatificado el 24 de abril de 1988.
Artículo extraído de : "Cada dia tem seu Santo", de A. de França Andrade y Los Santos Carmelitas de P. Rafael María López-Melús

Una desconcertante pero esperanzadora profecía del Beato Palau


“Antes que se levante Carlos, u otro rey católico, Dios dirá a un hombre lo que dijo a Moisés: “Ahí tienes una vara: en ella ostentaré a todas las naciones mi existencia y mi omnipotencia”. A este hombre serán entregados a discreción los demonios, para ser arrojados del cuerpo de la sociedad actual, del cuerpo de las naciones…

A este hombre obedecerán tierra, infierno y cielos, los elementos y la naturaleza entera: este hombre estará en pie firme insignitis et potentis ante reges horrendos, ante esos reyes con quienes ahora Pío IX tiene que transigir, y en ese hombre terminará el sistema de las transacciones; este hombre, el más extraordinario que hayan visto los siglos, tendrá el poder de “percutere terram omni plaga quoties cumque volverit”, este hombre es escogido por la Reina de este monte Carmelo por el general en jefe de todos los ejércitos de Dios, y este hombre está a las órdenes de su Reina, escondido en el monte santo, y preparado para el día y hora en que Dios ha marcado su misión, y por este hombre la Reina del Carmelo restituirá a su orden la sociedad humana…

“¿Cuándo vendrá? Cuando nadie lo crea; cuando todas las naciones hayan consumado en la persona de sus reyes la apostasía de la Fe; cuando veas al diablo gloriándose en su triunfo, resistiendo al poder de los católicos. Cuando el diablo llegue al extremo de presentarse al frente de todos los reyes de la Tierra dando en guerra contra Dios bajo su lema propio: ¡Revolución! Cuando vosotros los encargados de arrojarle al abismo, seáis impotentes para vencerle por causa de vuestra incredulidad. Entonces aparecerá al mundo este hombre para anunciarle su fin…

“Sí: “venturus est et restituet omnia”, pero será despreciado y horriblemente perseguido de los mismos católicos, porque son estos los que han perdido al mundo por su incredulidad…”
(El Ermitaño, Año III, n° 89, 21 de julio de 1870)

“No se conoce otro restaurador que él. Si viene la restauración verdadera que consiste en la conversión a Dios de todas las naciones y de sus reyes, el restaurador no puede ser un rey, sino un apóstol… Y este apóstol será Elías, el Elías prometido, sea cual fuere el nombre que al parecer se le dé. Llámese Juan, Moisés, Pedro, el nombre importa poco; la misión de Elías restaurará la sociedad humana porque así Dios lo tiene en su Providencia ordenado”.
(El Ermitaño, Año IV, n° 113, 5 de enero de 1871)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Agradecido por la reseña. No conocía al santo. Leí la reproducción que la agencia Faro hizo de vosotros. Los felicito.
José Pedro
Madrid