(ABC de Madrid, domingo 28 de junio de 2009)
Guardia de honor húngara frente al edificio del Parlamento de Budapest, durante el izado de banderas de la ceremonia de ayer
«No hicimos nada imposible. Sólo nos atrevimos a hacerlo», resumía ayer el primer ministro húngaro de la época, Miklos Németh, en referencia al momento en que Hungría abrió la primera brecha en el Telón de Acero y, con ello, la caja de Pandora de lo que iba a hacer de 1989 «el año de los milagros».
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Milagros en que pocos creían entonces. La Alemania oriental iba a celebrar su «40 aniversario de éxito», poco antes de desaparecer, recuerda el presidente húngaro. El Pacto de Varsovia preparaba su plan de rearme hasta el año 2000, agregaron otros dignatarios en el homenaje europeo a aquella gesta humana,que exigió atreverse a ver en el socialismo a un rey desnudo, como dijo el presidente del parlamento polaco.
El rechazo occidental
El ex canciller Kohl no pudo estar por su salud, pero lo ha reconocido siempre: «El primer pedazo del muro de Berlín fue arrancado en Hungría». Efectivamente, a 800 kilómetros de distancia, tres meses después, caería el último símbolo de la separación y con él todo el sistema de países socialistas.
El vicepresidente de la Comisión Europea, Günter Verheugen, recordó cómo los líderes occidentales rechazaban la reunificación de Europa, prefiriendo «dejar estos países en una zona de seguridad intermedia».
El presidente alemán subrayó lo que entonces temieron Thatcher y Mitterrand: la unificación de Europa sólo podía ser sinónimo de la reunión de las dos Alemanias. No obstante Németh cree que cuando Gorbachov dijo «no veo el problema» a abrir la frontera a los turistas de la RDA refugiados, «no veía lo que se le iba a venir encima».
Uno de los primeros refugiados en jugarse la vida, Robert Breitner, rememoró la estrambótica «gran escapada»de alemanes huyendo de su propio país. «Ustedes no saben cuánta gente tendría que estar en sus asientos, en este homenaje», recordó.
Se desentrañaron pasajes históricos, como que el corte del alambre fue un montaje mediático, pues ya se había retirado. También hubo reproches contra la brevedad de la memoria, criticando lo poco que se enseña el desplome del socialismo frente a la derrota del fascismo. El presidente austriaco destacó -en velada alusión a Irán- la lección de que «ninguna dictadura está a salvo de su gente».
El representante polaco insistió en que «la historia no es inevitable, hace falta la gente» y el presidente suizo pidió el mismo espíritu de «retorno a la fuerza de los valores humanos» para la crisis.
Al jefe de la policía del fronterizo Burgenland, Nikolaus Koch, primero en acoger a miles de refugiados, se le saltaron las lágrimas, lo que provocó el aplauso de los presentes: «No olviden contar a sus hijos lo que aquí pasó, aquí hubo gente valiente», dijo finalmente. Se refería al poder de la gente cuando se aparta el del miedo, que describió Václav Havel.
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