sábado, 28 de marzo de 2009

EL CONCILIO DE EFESO Y LA MADRE DE DIOS

SAN CIRILO DE ALEJANDRÍA CANTA LA GRANDEZA DE LA THÉOTOKOS
.
. .
El Concilio de Efeso (año 431) fue probablemente aquel en que se dio una mayor proximidad y comunicación entre los obispos presentes y el pueblo fiel. Una comunicación contemporánea, porque la definición de que María es Madre de Dios fue aclamada en una memorable procesión de antorchas en el anochecer de aquel mismo día.
.
La Basílica de Santa María la Mayor en Roma, que fue el primer templo occidente dedicado a Nuestra Señora, es el monumento conmemorativo de la definición de Efeso. Sentiremos este fervor mariano del gran Doctor de la Encarnación del Verbo, San Cirilo de Alejandría (370-444), en su modo de hablar en un sermón pronunciado ante el Concilio de Efeso, en el que podemos encontrar como en inicio del lenguaje de todos los grandes apóstoles de María: de San Bernardo de Claraval, de San Luis María Grignion de Montfort, de San Alfonso María de Ligorio, de San Antonio María Claret. En San Cirilo encontramos la vida y el ambiente del Magisterio de la Iglesia al definir Pío IX la Inmaculada Concepción de María.
.
Oigamos a San Cirilo en Efeso:
..
Salve oh María, Madre de Dios, Virgen y Madre, lucero y vaso de elección! ¡Salve, Virgen María, Madre y Sierva: Virgen en verdad por Aquel que nación de ti, Virgen; Madre por virtud de Aquel que llevaste en pañales y nutriste con tus pechos; Sierva por Aquel que tomó de Siervo la forma! Quiso entrar como Rey en tu ciudad, en tu seno, y salió cuando le plugo, cerrando por siempre su puerta, porque concebida sin obra de varón, y fue divino tu alumbramiento. ¡Salve, María, templo donde mora Dios, templo santo, como le llama el profeta David! ¡Salve, María, criatura de la más preciosa; Salve, María, antorcha inextinguible; Salve, porque de ti nació el Sol de Justicia!
.San Cirilo de Alejandría

Salve María, Madre de Dios, morada de la inmensidad, que encerraste en tu seno al Dios inmenso, al Verbo unigénito, produciendo sin arado y sin semilla, la espiga inmarcesible! ¡Salve, María, Madre de Dios: por ti adoraron a Cristo los Magos guiados por la estrella de oriente! ¡Salve, María, Madre de Dios, honor de los apóstoles! ¡Salve, María, Madre de Dios, por quién Juan, el Bautista, saltó de gozo en el seno de su madre! ¡Salve, María, Madre de Dios, que trajiste al mundo la gracia inefable de la que dice San Pablo: “ha aparecido la gracia de Dios, salvador de todos los hombres”!
..
¡Salve, María, Madre de Dios, que hiciste brillar en el mundo, al que es luz verdadera, al que es Nuestro Señor Jesucristo, al que dice en su Evangelio: "yo soy la luz del mundo”! ¡Salve, María, Madre del que los Evangelios llaman bendito: “bendito el que viene en nombre del Señor
! ¡ ¡Salve, María, por quien se poblaron de iglesias nuestras ciudades ortodoxas! ¡ ¡Salve, María, por quien vino al mundo el vencedor de la muerte y el destructor del infierno! ¡ ¡Salve, María, por quien vino al mundo el autor de la creación, el restaurador de las criaturas y Rey de los cielos!
.
¡Salve, María, Madre de Dios, por quien resplandeció la gloria de la resurrección! ¡Salve, María, Madre de Dios, por quien lució el sublime bautismo de santidad! ¡ ¡Salve, María, Madre de Dios, por quien el Bautista y el Jordán fueron santificados y fue destinado el demonio! ¡Salve, María, Madre de Dios, por quien todo espíritu fiel alcanza la salvación eterna ( Patrología Graeca de Migne 73, col.1031-1034)
.
(Cfr. Francisco Canals Vidal, "Los siete primeros concilios. La formulación de la ortodoxia católica", Ed. Scire, colección "Historia viva", 2003, pp.103-105)

No hay comentarios: