lunes, 13 de julio de 2009

El Libro Negro de la Revolución Francesa

LA CARA OCULTA DE LA REVOLUCION FRANCESA
(Jean Marc Bastière, Le Figaro Magazine)
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De la persecusión religiosa al Terror judicial; de la guerra civil a la destrucción de las obras de arte, "El Libro Negro de la Revolución Francesa" revela lo que los manuales escolares nos han ocultado.
.. .Septiembre de 1792 :.. 1400 personas -detenidos políticos- son masacrados en París por los agentes de la Revolución. Mientras tanto, elaboraban las Declaraciones de derechos humanos ....

Cómo los tiempos pasan! Hace ya casi veinte años que celebramos la Revolución Francesa. Actualmente desde el punto de vista de los aniversarios estamos en pleno Imperio: si Napoleón está presente en todas las librerías, el hombre del 18 brumario ya no es celebrado oficialmente. ¿Pero de cierta manera no pertenece el Consulado y el Imperio al gran ciclo abierto en 1789? Entretanto, ha aparecido El libro negro de la Revolución Francesa. Un auténtico acontecimiento. Se trata de una suma impresionante de 882 páginas que refresca nuestra memoria.
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En 1989 la Revolución no era ya la Marianne apuesta a la que nadie en el mundo debía resistir. La sombra de la Revolución bolchevique había hecho dudar de sus atractivos. Con su desfile colorido del 14 de julio, el publicista Jean-Paul Gaude había intentado insuflarle una nueva juventud. Sin embargo, el mismo año, la caída del muro de Berlín de golpe transformaba en añeja la idea misma de "esperanza revolucionaria".
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Principalmente desde hace veinte años, una revisión radical de parte de los historiadores ha empañado gravemente la reputación de esta vieja gloria. Desde los años sesenta, Francois Furet, un hombre de izquierdas que adhirió al liberalismo, había hecho una brecha en el catecismo revolucionario de Soboul y los historiadores marxistas. Después de una larga reflexión, concluyó, justo antes de las celebraciones, en su Diccionario crítico de la Revolución Francesa, publicado en 1988, que el proceso revolucionario, en el nombre de la "soberanía indivisible", llevaba en sí los gérmenes del terror. Si la Revolución no era el "bloque" que había querido imponer Clemenceau a los Republicanos de la III República, el episodio sangriento no era solamente un resbalón a la deriva.
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Entre la pléyade de autores que han contribuido al Libro Negro de la Revolución Francesa se encuentran numerosos historiadores de renombre que han participado en los últimos decenios en la "deconstrucción" de la mitología revolucionaria -Pierre Chaunu, Jean-Christian Petitfils, Jean de Viguerie, Jean Tulard o Emmanuel Le Roy Ladurie- , para no citar más que algunos; pero también excelentes plumas como Reynald Secher, Jean Sévillia, Jean des Cars o Frédéric Rouvillois. Cada uno de los artículos tienen un valor innegable y el trabajo en su conjunto se caracteriza por su riqueza y su altura de miras.
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La primera parte, centrada en los hechos, trata de materias tan diversas como la soberanía, la iconografía, la herencia del terror, el 14 de julio, la divisa "libertad, igualdad, fraternidad", el vandalismo, la persecusión anti-religiosa o Saint-Just, objeto de fascinación por parte de ciertos fascistas.
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Desde sus inicios la Revolución ha suscitado una intensa reflexión y ha sido objeto de muchas generalizaciones. De ahí el interés de la segunda parte, de gran originalidad, que trata del impacto de esta crisis en los espíritus. Entre los autores estudiados figuran los contra-revolucionarios, aunque no únicamente: Joseph de Maistre, Rivarol, Malesherves, Chateaubriand, Balzac, Baudelaire, Augustin Cochin, Maurras, Bainville, Péguy, Nietzsche, Hanna Arendt.
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El genio literario o filosófico ha encontrado en la Revolución Francesa un objeto a su medida. Es de una crítica radical a la modernidad. Es por ello que la tercera parte presenta una antología de textos inéditos o poco accesibles.
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Destruid la Vendée!
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"Destruid la Vendée" (Barrère, julio de 1793); "La Vendée debe convertirse en un cementerio nacional" (Turreau); "Serán todos exterminados" (Carrier); "Esa raza es maldita" (Lequinio). De hecho, la población vendeana sufrió un intento de erradicación espantosa. Prisiones, campos de trabajos forzados y barcos prisiones que se echaban a pique. Para acelerar los procesos se recurría a la guillotina o a los fusilamientos masivos y a los ahogamientos. Mujeres y niños no escapaban a la carnicería. Los revolucionarios mismos relataron las peores atrocidades. Sobre una problación estimada de 815.000 personas, la Vendée perdió al menos 117.000 miembros, consecuencia de un "populicidio", cuyos métodos inspiraron en el siglo XX a Lenin y a Pol Pot.

¡Cómo nos han mentido! Cerca del 80% de las víctimas de la guillotina pertenecían al pueblo...

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La ambición de este Libro Negro no es "manchar" la Revolución Francesa, sino hacer hablar a los hechos. Son de una violencia increíble. Desde el punto de vista humano, financiero, económico o internacional, el balance es muy penoso. Pero, como subraya Pierre Chaunu, la pérdida en inteligencia y en capacidad creadora fueron, en proporción, para Francia, aún más elevada. En términos de poder, ella se vió debilitada de manera durable.
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Es muy revelador que Le Cerf, una editorial católica de reputación universitaria, sea el origen de este proyecto, y que el editor, Renaud Escande, sea un (joven) religioso dominico. Como si un tabú o una inhibición hubiera saltado de la esfera eclesiástica a propósito de ciertas materias.
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La Iglesia católica, es verdad, ha pagado un penoso tributo con la persecusión anti-religiosa, que fue de una extrema crueldad. De ella perecieron ocho mil sacerdotes, religiosas y religiosos, y muchos millares de laicos. Precisamente uno de los intereses de este libro es dar un esclarecimiento espiritual (una obra reciente se titula asimismo los orígenes religiosos de la Revolución Francesa). Otro signo de una evolución de mentalidades: el artículo del filósofo Michäel Bar-Zvi, muy crítico sobre la ambiguedad de la Revolución Francesa respecto de los judíos.
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El Libro negro de la Revolución Francesa es como un eco o un prolongamiento de la obra que tanto ruido hizo hace algunos años: El Libro negro del comunismo. Los historiadores que dirigió Stéphane Courtois participaron ahora con un artículo notable sobre la Revolución Francesa como "inspiradora de la Revolución de Octubre". El modelo original explica por qué el descrédito y la caída del comunismo salpicaron bajo la forma de sospecha sobre la Revolución Francesa. De ahí viene la crisis moral e intelectual de la izquierda francesa, pues ella ha quedado sin salida.
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En Francia, la Revolución ha quedado vinculada a la memoria nacional, pero de una manera edulcorada (...) Parece que nuestra Revolución, que en su tiempo fue vector de lo universal, ha devenido en una excepción francesa (...) Y es que al contrario de la política revolucionaria de la tabla rasa, nuestra herencia, en su profundidad y complejidad, es lo que es hay que saber reconquistar.
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El vandalismo revolucionario
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"Qué palabras -escribe Alexandre Gady- podrían expresar la emoción de la fisonomía de una Virgen con un niño del siglo XIII destruida a golpes de martillo? Qué descripción podría hacer sentir la amplitud de una catedral medieval dinamitada y reducida a un montón de piedras?. En el Libro Negro este profesor de la Sorbonne estudia el vandalismo revolucionario. No hay una iglesia, un castillo o una ciudad que no lleve su marca. Junto a los objetos y monumentos religiosos las destrucciones más sistemáticas se concentraron en las efigies reales. A excepción de una estatua de pie de Luis XIV, de Coysevox, salvada por milagro, no quedó ni una sola de las estatuas ecuestres o pedestres que ornamentaban los palacios reales y los edificios públicos. Fueron todas derribadas, destrozadas, dispersadas, fundidas.

(Le Figaro Magazine, edición del 9 de febrero del 2008, pp.70-71. La traducción es nuestra. Original en francés en http://www.scribd.com/doc/2063600/8b10-FigMag-Libreo-Negro-Revolucion-Francesa)

2 comentarios:

Jorge de la Compasión dijo...

Mi más sincero apoyo a los enemigos de la infausta revolución.

Luz López Pérez dijo...

Con Jorge de la Compasión.
¡Dios nos guarde!